En medio de una pandemia y con fuertes movilizaciones en varios lugares del mundo, el tema de los derechos de las mujeres sigue siendo clave. Porque además de luchar contra los capitalistas que nos niegan la vacuna, nos hacen trabajar en condiciones insalubres y ponen en peligro nuestra vida, tenemos que pelear contra feminicidios, violaciones y discriminación en todos los ámbitos, síntoma de un sistema en decadencia.

Escrito por Katia

En Uruguay podríamos pensar que estamos un poco más adelantados que en el resto del mundo, pero cuando nos acercamos un poco nos damos cuenta que no es cierto. Con una ley del aborto en vigencia, muchas mujeres ven obstaculizado el proceso, ya sea por demoras del sistema completamente evitables, como por objeción de conciencia de los médicos o incluso por la existencia de un tribunal que intenta todo el tiempo convencer a la mujer de no hacer lo que ya decidió.

Por otro lado, tenemos una ley contra la violencia de género, sin embargo, nunca se le dio presupuesto para que pudiera efectivamente entrar en vigencia. Así es que seguimos teniendo femicidios totalmente evitables y mujeres que se encuentran solas y sin un lugar al cual acudir frente a la necesidad. No hay equipos interdisciplinarios y las denuncias muchas veces quedan en la nada.

Mientras en Uruguay seguimos muriendo por violencia machista, en el resto del mundo nuestras hermanas de clase también se enfrentan de lleno con los femicidios y las violaciones. Mientras la clase obrera sale a las calles, la tarea se torna doblemente compleja para las mujeres trabajadoras.

La lucha colombiana enfrenta la violencia machista

Las denuncias de abusos sexuales por parte de la policía en Colombia son moneda corriente. Una de las expresiones más brutales fue el suicidio de una joven que había denunciado abuso sexual por parte de policías. La versión oficial fue que llegó a su casa sana y salva, entregada por los efectivos, pero la realidad fue otra: manoseos y abusos hacia una adolescente, además de una detención violenta captada por la cámara de un periodista.

En menos de dos semanas 16 mujeres denunciaron abusos, aunque se sabe que son muchas más. Es la expresión de un machismo interiorizado en la institución represiva: además de sufrir la represión, las mujeres corren también el peligro de ser violadas al salir a las calles a manifestarse.

La violencia sexual contra manifestantes mujeres no sucede solamente en Colombia. Ya en 2019, cuando el pueblo chileno salió a las calles en masas, cientos de mujeres denunciaron abusos por parte de policías. Así salimos a las calles, en Chile y en el mundo, cantando “un violador en tu camino”.

Mientras nuestras compañeras de Chile y Colombia se enfrentan a esta violencia, en Uruguay seguimos pidiendo acciones contra los feminicidios que siguen ocurriendo impunemente, la lucha real contra las redes de explotación sexual que se llevan a cientos de niñas, niños y adolescentes por año y justicia por las mujeres que también vivieron violencia sexual en la dictadura y que hoy, tantas décadas después, siguen pidiendo ver a los militares responsables tras las rejas.

La falta de respuestas de los gobiernos, incluso los considerados de izquierda, es un claro indicio de que la única solución de fondo para el fin del machismo es tirar abajo el sistema capitalista. La violencia sexual y machista es una herramienta más que tienen para dividirnos, matarnos y quitarnos derechos. Los obreros del mundo deben ponerse a nuestro lado para enfrentar al capitalismo y al machismo. Desde Uruguay, pasando por Chile, hasta Colombia; sean las luchas del pueblo palestino o en cualquier otro lugar del mundo, nuestra tarea es unirnos para dar esta importante pelea.