Asamblea de AFCASMU

La situación por la que viene atravesando el CASMU es una nueva muestra de que los trabajadores y los sectores populares no podemos seguir depositando nuestra confianza en las patronales y en los gobiernos de turno. Ellos se meten no solo con nuestro bolsillo, sino que también trafican con nuestra salud y nuestras vidas. Bajo este sistema capitalista en bancarrota, todo les sirve como negocio para obtener ganancias que ya son obscenas.

Hace dos años, la situación de Casa de Galicia nos puso en alerta. Todos sabemos que terminó en un desmantelamiento de la histórica mutualista, cuyo origen estuvo en el esfuerzo de miles de inmigrantes gallegos venidos a nuestras tierras desde finales del siglo XIX. Los principales perjudicados de Casa de Galicia fueron los pacientes y los trabajadores, unos obligados a optar por nuevas mutualistas y otros a buscar nuevos empleos, cuando aún estábamos bajo los efectos de la pandemia. Lejos de buscar una solución digna y humana, desde el gobierno de Lacalle y la coalición se optó por vender la mutualista al mejor postor. Como si fuera la venta de chatarra o de desechos electrónicos. El Círculo Católico resultó favorecido por sus numerosos amigos en el gobierno y en la Iglesia católica y realizó así un muy lucrativo negocio.

La situación del CASMU no es muy distinta

Una fuerte crisis afecta, en general, a todo el sistema de salud desde hace años, fundamentalmente porque su gestión está en manos del gran empresariado médico y de los burócratas que ocupan altos cargos en el Ministerio de Salud (MSP).

Por eso, los trabajadores y socios del CASMU vienen denunciando que tanto los servicios como los puestos de trabajo están en peligro. Sin embargo, los comunicados de los jerarcas del MSP, así como los de la directiva del CASMU y los del SMU fueron siempre confusos y contradictorios. Querían evitar a toda costa que se organizara una fuerte lucha desde los trabajadores y los socios por sus justos reclamos.

Pero algo fue quedando claro: la pelea era por el control económico de los cuantiosos montos y privilegios que se manejan en esta mutualista de más de 250 mil socios, vinculada con las farmacéuticas, los laboratorios, las clínicas particulares. Por eso, discutían en todos medios sobre dos puntos centrales: el nuevo fideicomiso pedido por la gerencia actual por 54 millones de dólares y la posibilidad de intervención, con o sin desplazamiento de las autoridades actuales de la mutualista. Ya no pueden negar que existe una fuerte pugna por el control del CASMU entre las patronales médicas más poderosas (dentro y fuera del MSP y el SMU) que se disputan la mutualista como si fuera un botín de guerra. Los médicos capitalistas de estas empresas “prestadoras de salud” perciben, además, salarios millonarios, que les permiten disfrutar -entre otras cosas- de viviendas lujosas, campos y viajes.

Pero todos quieren más. Por eso, unos buscan debilitar al Casmu y dividirla, tratando de quitarle socios, preparando un futuro quiebre o cierre. Otros, desde la propia directiva, ya están tratando de «reprivatizar» servicios especiales, como «habitación privada» o «atención inmediata». En todos los casos, los distintos sectores de la directiva médica proponen como solución recurrir a los famosos «fideicomisos» que pagamos todos los trabajadores, pero que el sistema político decide a quién se concede y que en general se mantienen en estricta reserva. O sea, todos buscan lucrar todo lo posible, atacando los derechos y tratando de dividir a los trabajadores y a los socios, los que no fueron nunca escuchados.

Al finalizar esta nota, la prensa dio la noticia que finalmente fue concedido el fideicomiso por 54 millones de dólares, con el compromiso de la actual directiva de cumplir con los salarios de los trabajadores y con las medidas de saneamiento de la gestión recomendadas por los interventores del MSP.

No hay que dejarse engañar. La crisis solo se posterga. Los trabajadores del CASMU y de toda la salud deben exigir a los dirigentes sindicales que convoquen a estado de asamblea permanente, para debatir cómo intervenir y dar una fuerte pelea, junto a los usuarios, por una gestión del sistema de salud en sus manos. Sólo así se podrá combatir a las grandes patronales capitalistas que están haciendo de la salud un gran negocio muy lucrativo.