El 21 de agosto de 1940 murió asesinado León Trotsky en Coyoacán (Méjico), donde vivía exiliado después que fuera expulsado de la URSS por Stalin y que varios gobiernos “democráticos” europeos le negaran asilo.
Escrito por Mónica
Su asesino fue Ramón Mercader, un agente de Stalin, que simuló durante un tiempo ser un simpatizante del trotskismo. Al momento de su asesinato, Stalin también había ordenado la muerte de los principales dirigentes del Comité Central del Partido Bolchevique, quienes junto a Lenin y Trotsky habían dirigido la Revolución Rusa de 1917 y habían puesto en pie la III Internacional.
El estalinismo pudo matar físicamente a León Trotsky. Incluso llegó a disolver la Tercera Internacional para imponer su teoría de la “conciliación de clases” y el “socialismo en un solo país”. Pero no pudo destruir el hilo histórico de continuidad entre el marxismo- leninismo con el marxismo revolucionario actual, el socialismo obrero e internacionalista.
Hoy como nunca, todos podemos ver la desigualdad social y su significado en relación a la vida y la muerte. La brutalidad del capitalismo aparece al descubierto, mostrando con claridad que no puede garantizar lo fundamental: la vida. La pandemia hoy es un trágico ejemplo, con la pérdida de millones de vidas en los estratos más pobres de la población mundial, mientras la burguesía imperialista y genocida amasa fortunas multimillonarias.
Tenemos que reconstruir la dirección revolucionaria de la clase obrera
A diferencia de 1917, hoy los trabajadores no tenemos una dirección revolucionaria como la de Lenin y Trotsky. Pero la formación de la III Internacional en 1918, al calor de la revolución rusa, fue el gran legado político y programático que nos dejó esa dirección revolucionaria, después de dar una durísima batalla contra la II Internacional socialdemócrata que se había adaptado y entregado servilmente a la burguesía.
Porque los grandes partidos socialdemócratas de la Segunda Internacional –como el alemán y el francés- habían traicionado el programa del marxismo leninismo al colaborar con sus burguesías nacionales durante la Primera Guerra Mundial, por lo cual la II Internacional perdió su carácter revolucionario. Al decir de Rosa Luxemburgo, se transformó en un “cadáver maloliente”. El mismo proceso de descomposición y entrega de las banderas sufrió finalmente la III Internacional bajo la dirección estalinista.
Hoy te invitamos a continuar el legado de Trotsky
En uno de los peores momentos de la situación de la lucha de clases a nivel mundial, con el nazismo y el fascismo avanzando en Europa, Franco dominando España y el termidor estalinista intentando borrar los restos de la revolución de 1917, Trotsky dijo que no había tarea más importante que la construcción de la IV Internacional. Dos años antes de su asesinato, acompañado de un puñado de militantes revolucionarios, Trotsky planteó las bases programáticas y metodológicas de la Cuarta Internacional.
Trotsky no deja ninguna duda en relación a que la Cuarta Internacional que llama a construir es la continuidad de la Tercera dirigida por Lenin. En 1933 planteó: “No puede haber política revolucionaria sin teoría revolucionaria. Aquí es donde tenemos menos necesidad de partir de cero. Nos basamos en Marx y Engels. Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista nos legaron una herencia programática invalorable…”.
Hoy, desde IST, nosotros nos reivindicamos de la corriente morenista, en la LIGA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES – Por la reconstrucción de la IV Internacional, que está presente y en construcción en numerosos países, como señalamos en el anterior periódico. Te invitamos a conocer nuestras propuestas y a sumarte a esta enorme tarea de luchar contra la barbarie capitalista, por la construcción de una nueva sociedad socialista a nivel mundial.
NOTA.- Desde su fundación, la Cuarta Internacional ha sufrido diversos y profundos procesos políticos que no podemos abarcar aquí y serán motivo de una próxima nota.