Falleció el Negro. Amigo, militante revolucionario y un gran dirigente Trotskista-Morenista, con mayúsculas. Lo conocimos en los años 80 cuando entramos al MAS argentino. Posteriormente militamos juntos en la construcción del CITO en los años 90, y luego continuamos el camino común al volver a la LIT.

En todo ese tiempo, el Negro fue un dirigente respetuoso y cálido. Había estado preso en Colombia y viajó a militar a la Argentina aún bajo la dictadura militar. Por todo ello era querido, apreciado y respetado. Él llevó a fondo, con esas cualidades propias, las enseñanzas políticas y metodológicas que le brindó el haber pertenecido al equipo de dirección que formó Nahuel Moreno.

Brillante discursista, figura pública y dirigente revolucionario internacional, supo ubicarse sin auto-proclamaciones y con mucha humildad, en los espacios que las situaciones marcaban que había que estar.

Fue así que luego de la enorme crisis del MAS en los años 90 y formando ya parte del CITO, él, como buen marxista educado en la tradición morenista, dijo una y otra vez, que si había sido parte de la dirección que llevó a la crisis, tenía el deber de volver a la base, a militar junto a los trabajadores y no postularse nuevamente para dirigir por todo un período.

Así fue que retomó a su profesión de médico, de trabajador en el hospital de San Miguel y construyó junto a sus compañeros una oposición a la burocracia dirigente. Ganada la dirección del sindicato, su propuesta, que prendió en la base, fue la de acabar con el descuento compulsivo de cuota sindical. Él y los delegados pasaron a cobrar cara a cara, a cada trabajador, el aporte para el sindicato, tomando un contacto estrecho y rindiendo los gastos sindicales a la base de los trabajadores. Se podía, se puede y se debe romper las ataduras de los sindicatos con el estado burgués y él lo demostró, lo llevó adelante con hechos concretos.

No fue nada fácil: esa política que fortificó la organización y la lucha de los trabajadores en el Hospital, le costó amenazas y persecución por parte del Intendente de San Miguel, que era el cara-pintada Aldo Rico. Hubo que tomar recaudos: rotar de domicilio, designar camaradas encargados de acompañarlo e irlo a buscar al trabajo, entre otras medidas. Fueron varios días y noches que compartimos junto a él y otros compañeros, ante esa difícil situación.

Su internacionalismo lo hizo viajar varias veces a Uruguay para ayudarnos en la construcción de IST. Estuvo presente en muchas oportunidades en Montevideo, y en Santa Rosa, Canelones. Venía a militar como uno más, a dar cursos y charlas de propaganda. Los compañeros recuerdan que contaba que conoció Montevideo cuando aún no era trotskista, y que quedó sorprendido cuando tras el asesinato del estudiante Liber Arce en 1968, una multitud tomó las calles y acompaño su féretro hasta el cementerio. “En Colombia matan todos los días estudiantes y sindicalistas y no sucedía eso”. Su presencia en el Uruguay resultaba siempre un impulso para continuar la lucha por construir el Partido, la Cuarta Internacional y el Socialismo Mundial. Nos dejó muchas enseñanzas y fue un ejemplo de militante bolchevique para nosotros.

Con el Negro entablamos múltiples discusiones políticas, en acuerdo o desacuerdo. Pero siempre en el marco de esa vieja tradición partidaria, en la que después de discutir, los vínculos se reforzaban. Porque estábamos en el mismo camino de construir el partido y la internacional. Y a ello el Negro dedicó su vida. Por eso y mucho más fue uno de los imprescindibles.

A Amelia su compañera, a Yolanda con quien compartimos muchos años de militancia en Guernica, vaya nuestro mas cálido y fuerte abrazo. Todos los compañeros de IST Uruguay lo recordamos con mucho cariño. ¡¡Querido Negro, hasta socialismo siempre!!

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