Es necesario organizar la movilización, construir la autodefensa de los trabajadores y fortalecer una alternativa revolucionaria.
Por: Júlio Anselmo – Brasil
Bolsonaro subió el tono de las amenazas golpistas y autoritarias. La reunión con los embajadores fue gravísima. Con el parloteo de inseguras urnas electrónicas de votación, intenta convertir su probable derrota en victoria. Volvió a atacar el Tribunal Superior Electoral (TSE) y el Supremo Tribunal Federal (STF), como si estos fuesen los golpistas por combatir los crímenes bolsonaristas como las fake news y las amenazas autoritarias.
Pero es Bolsonaro quien está atacando las elecciones, fomentando la violencia política y movilizando a la extrema derecha, alegando fraude. Incluso cuenta con el apoyo de parte de las Fuerzas Armadas, particularmente en los sectores de la reserva, pero ha estado buscando incidir en los oficiales en servicio activo, a través del ministro de Defensa, Paulo Nogueira de Oliveira, quien se hace coro con Bolsonaro y defiende la votación paralela en boletas de papel.
El Poder Judicial, por su parte, capitula ante el propio Bolsonaro al no investigar y juzgar a fondo los crímenes cometidos por su clan. Además, convidó a los militares a supervisar las elecciones.
Todo este alboroto provocado por Bolsonaro sirve para juntar votos e intentar ganar las elecciones. Pero se viene preparando para no reconocer la derrota en las urnas. Por eso, sigue armando e incitando la violencia política para tratar de crear confusión y descontrol que posibiliten incluso un intento de golpe al estilo de la invasión del Capitolio en EE.UU.
Aunque a estas alturas es difícil sostener un golpe, eso no cambia el hecho de que Bolsonaro se prepare para varios escenarios. Si utiliza sectores de la policía y de las Fuerzas Armadas para realizar alguna medida de fuerza, ¿quién puede detenerlo? Solo los trabajadores movilizados, organizados y preparados para ello, con independencia de clase, sin confiar en la burguesía y construyendo su autodefensa.
La violencia de la ultraderecha
El episodio del asesinato de Marcelo Arruda, del PT, en Paraná, a manos de un bolsonarista es el retrato de la violencia estimulada por la ultraderecha. Jorge Guaranho atacó una fiesta que tenía como tema homenajes al PT y a Lula e incluso gritó “aquí es Bolsonaro” antes de los disparos. Absurdamente, la Policía Civil concluyó que el crimen no tuvo motivaciones políticas, haciéndole el juego al bolsonarismo.
No fue un episodio aislado. Días antes, otro bolsonarista lanzó una bomba casera con heces en el acto de Lula en Rio de Janeiro. Esto después de otro ataque de ese tipo, con drones, también en un evento del PT en Uberlândia (Minas Gerais). Y, más recientemente, Rodrigo Amorim, diputado bolsonarista, junto con sus guardias de seguridad armados, intimidó con amenazas una actividad callejera realizada por Marcelo Freixo [ex PSOL] en Rio de Janeiro.
Según un estudio de la Universidad de Rio de Janeiro (Unirio), la violencia política aumentó 23% este año, en comparación con 2020. Desde el inicio del gobierno de Bolsonaro, el número de licencias para los CACs (Coleccionadores, Tiradores y Cazadores) creció 262%, alcanzando ya los 605.000 civiles armados, además de más de 300.000 miembros de las Fuerzas Armadas, sin contar las policías.
La responsabilidad de estas acciones recae enteramente en Bolsonaro. En la transmisión en vivo de la semana anterior al asesinato de Marcelo Arruda, dijo: “Usted sabe lo que está en juego, y sabe cómo prepararse (…) sabemos lo que debemos hacer antes de las elecciones”. Y así, los bolsonaristas más radicales se sintieron con derecho a actuar. No hay evidencias de que los ataques tengan algún nivel de organización u orquestación, pero eso no los hace menos graves, y plantea la necesidad de una respuesta de los trabajadores.
Bolsonarismo, golpismo y violencia son frutos del capitalismo
La ultraderecha mundial es expresión de un sector de la burguesía que defiende el mantenimiento del capitalismo a través de medidas cada vez más dictatoriales, autoritarias y violentas para aplicar mayores niveles de superexplotación y barbarie. Por lo tanto, la violencia contra los opositores y contra los trabajadores está en su ADN.
Bolsonaro es hoy la expresión de eso, con la especificidad brasileña y del papel histórico de la burguesía nacional atrasada, violenta y parasitaria, socia menor del imperialismo y sin ningún programa de desarrollo para el país.
Si en la democracia burguesa los patrones ya nos quitan el cuero y tenemos pocos derechos, imaginen cómo serían las cosas si se prohibiera la lucha por reivindicaciones y los sindicatos. Las cosas empeorarían mucho. Si Bolsonaro sale victorioso en su intento de estropear las elecciones e intenta algo parecido a un golpe, los trabajadores serán los que sufran más.
El PT, los sectores burgueses y la oposición parlamentaria
Los peligros aumentan precisamente por la forma cobarde en que se comporta la oposición, principalmente el PT. Ni siquiera lucha de manera consecuente para impedir a Bolsonaro. No prepara al pueblo para la lucha y confía ciegamente en las instituciones. Eso es como dejar la llave de la caja fuerte con el bandido.
La adaptación es tan grande que, incluso con el lobo enseñando los dientes, Lula acude a la Faria Lima [un centro comercial y financiero de San Pablo] para hacer chistes con banqueros y empresarios, en lugar de llamar a los trabajadores y el pueblo a organizar cualquier tipo de resistencia. O incluso consulta con los generales de las Fuerzas Armadas, capitulando a la tutela militar de las elecciones. Lula y el PT piensan que basta con votar por su candidatura que todo estará resuelto.
La prensa liberal y burguesa se curva ante la impotencia precisamente porque no ve a nadie que pueda hacer algo para frenar la escalada bolsonarista. El Congreso Nacional sigue a un fiel lacayo de Bolsonaro, a costa de liberar mucho dinero al “centrão”, bajo el comando de Arthur Lira. Rodrigo Pacheco, presidente del Senado, dice defender la elección, pero sigue obedeciendo al Presidente. He aquí, que los liberales defensores de las instituciones y de la democracia burguesa recuerdan, en la práctica, que el poder reside en la fuerza.
El problema, para ellos, es que si bien la burguesía está en contra de un golpe, incluso hasta el imperialismo yanqui, hay todo un sector que deja correr y que tampoco hará mucho contra él. Después de todo, lo que importa es seguir obteniendo ganancias, sea como sea.
Organizar la movilización, construir la autodefensa de los trabajadores y fortalecer una alternativa revolucionaria
Ante las amenazas de Bolsonaro, ¿qué deben hacer los trabajadores, los sindicatos y las organizaciones que se dicen de izquierda o socialistas? ¿Deben mirar pasivos como la ultraderecha se arma y dice que no aceptará el resultado electoral con las Fuerzas Armadas? ¿O deben prepararse para la lucha desde ya?
Es necesario que las organizaciones de los trabajadores construyan su autodefensa para garantizar las campañas y todas las actividades políticas y de los movimientos sociales. Tenemos que exigir de los sindicatos, movimientos populares y estudiantiles que organicen esta lucha por la base y de manera unificada. Debemos preparar a los trabajadores para derrotar en las calles cualquier amenaza golpista al resultado electoral.
Es importante la unidad de acción e incluso el frente único de todos contra las amenazas golpistas de Bolsonaro. Pero es difícil hacer esto sin la clase trabajadora movilizada. El PT apuesta al inmovilismo, desviando todas las energías solo hacia las elecciones, además de entablar alianzas con la burguesía, defendiendo el sistema capitalista que precisamente creó a Bolsonaro y la ultraderecha.
Los sectores de la burguesía, las instituciones, la prensa y la mayoría de las candidaturas opositoras ni siquiera están dispuestos a asumir la lucha consecuente contra los ataques de Bolsonaro. Muchos eran incluso bolsonaristas hasta ayer, y pueden volver a “convertirse en bolsonaristas” si sienten que sus privilegios están amenazados por los trabajadores. Algunos que se dicen “demócratas”, como son capitalistas, en realidad temen más la movilización de los trabajadores que las amenazas bolsonaristas.
La verdad es que todos estos sectores, especialmente el PT y Lula, tienen su culpa precisamente porque no fueron consecuentes en la lucha por derrocar al gobierno allá atrás. Y siguen depositando todas sus esperanzas en candidaturas burguesas, creyendo que la derrota electoral de Bolsonaro es suficiente para frenarlo. Eso es temerario, porque, si bien la imposición y la consolidación de un golpe no es lo más probable, no movilizar y organizar la autodefensa de la clase trabajadora permite que la violencia política de la ultraderecha haga estragos en las libertades democráticas, en las organizaciones y la militancia de la clase trabajadora y de la juventud.
Los trabajadores tienen, entonces, dos tareas combinadas. La primera es defender y garantizar la movilización y organización frente a la amenaza golpista de Bolsonaro y la violencia de la ultraderecha desde ya, levantando, junto, en esta lucha, sus demandas por empleo, salario, derechos y soberanía. El golpismo se derrota en las calles, y aunque Bolsonaro pierda las elecciones, la ultraderecha seguirá armándose y organizándose.
La segunda es fortalecer una alternativa independiente de los trabajadores, revolucionaria y socialista. Ir atrás de los sectores de la burguesía es erróneo y peligroso, como lo hacen el PT y el PSOL con sus candidaturas de alianza con la burguesía, comprometidas con el sistema capitalista. Eso no crea una alternativa a la polarización social y política, ni a los excesos de los capitalistas. Y también deja a los trabajadores desarmados para derrotar en las calles las amenazas golpistas de Bolsonaro.
La candidatura de Lula no significa otra cosa que poner a los trabajadores bajo la dirección de la burguesía, de Alckmin, de Temer y del programa capitalista defendido por el PT. De esta forma, no podemos preparar la lucha contra las amenazas bolsonaristas ni garantizar un programa que mínimamente atienda a los trabajadores. La ultraderecha, el bolsonarismo y sus arranques autoritarios solo pueden ser derrotados definitivamente con un programa que se contraponga a este sistema capitalista que los creó. Es necesario fortalecer una candidatura que represente esa salida independiente de los trabajadores, sin alianza con la burguesía. Esto significa fortalecer la candidatura de Vera y del PSTU.
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 21/7/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.