¿Es posible el socialismo? ¿Triunfó el capitalismo en los 90’?

Por Juan Ranchos

En octubre se cumple un nuevo aniversario de la primera revolución obrera y socialista que se desarrolló en el año 1917 en Rusia. Nos acercamos a los cien años de este importante acontecimiento y este hecho nos parece lejano.

León Trotsky, uno de los máximos dirigentes de la Revolución de Octubre, decía que “los plazos deben estar en consonancia con la magnitud de las tareas y no con los caprichos individuales”, quizás haya pasado mucho tiempo para una vida, sin embargo “que período más insignificante en la vida de un pueblo, un segundo en el reloj de la historia…” .

En los comienzos del siglo XX la humanidad fue testigo, no sólo de cómo y en qué condiciones los obreros tomaron el poder y le asestaron una duro golpe al capitalismo; sino también, cómo un proceso de posteriores derrotas obreras en el mundo, sentaron las condiciones para la aparición de una burocracia que aisló la revolución socialista y la encerró en las fronteras nacionales, llevando por ese camino a la restauración capitalista en los 90’.

Tenemos certeza de que estas experiencias no han hecho más que confirmar que la única salida ascendente de la humanidad es el socialismo internacional.

De este rico proceso del siglo pasado no queda solamente historia para contemplar. Lo fundamental son las grandes lecciones que será preciso estudiar, sobre todo quienes nos planteamos cambiar esta sociedad injusta. 

El Marxismo y el Socialismo se mostraron posibles

Lo primero e importante es que el marxismo demostró la posibilidad práctica de ser llevado adelante, no ya en la páginas de los libros, sino en la tierra de los zares. Allí, medidas concretas como la expropiación de la burguesía, la abolición de la propiedad privada y la dictadura del proletariado, nos mostraron cómo una Rusia atrasada pasaba en pocos años a potencia mundial y terminaba con el hambre. Las nuevas generaciones deben saber que las teorías socialistas elaboradas por Marx, se llevaron adelante en la realidad y no solamente en los grandes tomos de El Capital. 

El surgimiento de la burocracia

La segunda, y no menos importante, es el surgimiento de una burocracia años más tarde en la Rusia Soviética. El desplazamiento de los obreros del poder, la liquidación de la democracia obrera en los soviets, impuesta por medio del terror, sentaron las bases para revisar el marxismo, edificar la falsa teoría del partido único, del socialismo en un solo país y la coexistencia pacífica con el imperialismo.

Será éste revisionismo de la teoría marxista sobre el cual, la burocracia surgida de una situación desfavorable para la revolución mundial, preparará la derrota y la caída de las grandes conquistas de los trabajadores que fueron los Estados Obreros

Apoyado en este hecho el capitalismo se presentó como el único sistema social posible, la democracia burguesa y el capitalismo serían entonces lo máximo a lo que podría aspirar nuestra humanidad.

¿Triunfó el Capitalismo?

Todavía está en nuestras retinas la imagen de Aylan, el niño sirio de tres años que murió ahogado en una playa de Turquía cuando huía hacia Europa con su familia  a causa de la guerra civil. Trágica y dolorosa, ésta es una imagen que se repite en este mundo capitalista. Niños, mujeres y hombres son empujados a la guerra generando una catástrofe humanitaria con millones de desplazados y muertos. Los gobiernos de la Europa capitalista hacen aún más profunda esta tragedia. Ponen “cuotas” de entrada a sus países, los obligan a permanecer en embarcaciones precarias en los océanos y sin que reciban ayuda son condenados a una muerte segura.

España y Grecia también exhiben las lacras de este sistema social. Son los capitalistas quienes dejan sin vivienda a los trabajadores (desahucios), y millones de desempleados con los planes de austeridad. Y si esto pasa en Europa las condiciones a las que son sometidos por los capitalistas los pueblos de África y de América son mucho peores. La muerte de niños por hambre y enfermedades prevenibles es otra de las atrocidades que muestra este sistema social.

Uruguay, otrora llamado la “Suiza de América”, ocupa el tercer triste lugar dentro de América Latina y el Caribe en las estadísticas de desocupación en mujeres jóvenes llegando a un 28.9%.

Miles de familias son empujadas a vivir en condiciones marginales, ranchos que se llueven, asentamientos sin baños, condiciones de hacinamiento. Más de diez mil presos, en su mayoría jóvenes, hacinados en la cárcel y el 65% sin condena o peor, con la única condena de haber nacido pobre. 

Los ríos y el agua que en algún tiempo fueron potables se encuentran contaminados, verduras y carnes envenenadas por agrotóxicos, niños con plomo en sangre, escuelas fumigadas son parte de este capitalismo y de esta democracia de los patrones, que se nos quiere vender como producto final de la humanidad. Esta realidad sombría para nada es un capitalismo triunfante, sino un sistema injusto que se pudre cada vez más y que pretende arrastrar con él a todo el planeta.

Seguros estamos que podemos revertir esta declinación humana a la cual nos quiere arrastrar el capital. Y somos optimistas por que los trabajadores en el mundo no aceptan cruzados de brazos este destino.  Los obreros y estudiantes se rebelan todos los días contra estas injusticias.

Son decenas de miles de trabajadores europeos; españoles, franceses y griegos que enfrentan con su lucha a los gobiernos capitalistas de la austeridad. En nuestro continente, los trabajadores de Brasil y Argentina se rebelan contra los gobiernos de los patrones y también contra quienes sin ser grandes patrones y en nombre de la izquierda y el socialismo terminaron gobernando para los capitalistas y descargando las mismas medidas de ajuste.

No hay salida dentro de este sistema social de los patrones, los remiendos de los curanderos revisionistas que trataron de humanizar el capitalismo y promovieron el socialismo dentro las froteras nacionales, han terminado donde debían terminar: en el basurero de la historia.

La revolución de octubre sólo alcanzó a mostrar la primer etapa de su realización, “la primera lámpara de Edison fue muy imperfecta. Bajo las faltas y errores de la primera edificación socialista se debe saber discernir el porvenir” .

Retomar la senda del socialismo internacional, del marxismo y las experiencias revolucionarias, es muy necesario. Hoy las condiciones objetivas, la lucha de pueblos decididos a enfrentar los flagelos de esta sociedad están presentes. Pero tenemos una gran debilidad que es la falta de una dirección que transforme esas miles de luchas inconscientes contra el capital, en una lucha consciente y política.

La revolución de 1917 demostró la necesidad imperiosa del partido revolucionario para que los obreros puedan llegar al poder. La tarea es grande y dificultosa, pero no queremos aceptar pasivos esta decadencia y barbarie capitalista. Queremos construir junto a vos el partido, que cómo demostró la historia, sentará las bases de una nueva sociedad socialista con democracia obrera. 

 


“!Quién lo había de creer!”*

“Se debía ya creer. Poco después de la insurrección, uno de los generales zaristas, Zaleski, se escandalizaba de que “un portero o un guarda se convirtiera de pronto en un presidente de Tribunal; un enfermero, en director de hospital; un barbero, en funcionario; un sargento, en comandante supremo; un jornalero, en alcalde; un aserrador, en director de empresa”.

“!Quién lo había de creer!” Se debía ya creer… los sargentos batían a los generales; el maestro, antes jornalero, rompía la resistencia de la vieja burocracia; el lampista ponía orden en los transportes; el aserrador, ahora director, restablecía la industria. “!Quién lo había de creer!” Que se trate ahora de no creer…”

“El capitalismo como sistema mundial se sobrevive históricamente. Ha terminado de cumplir su misión esencial: la elevación del nivel del poder y de la riqueza humanos. La Humanidad no puede estancarse en el peldaño alcanzado. Sólo un poderoso empuje de las fuerzas productivas y una organización justa, planificada, es decir, socialista, de la producción y la distribución, puede asegurar a los hombres – a todos los hombres – un nivel de vida digno y conferirles al mismo tiempo el sentimiento inefable de la libertad frente a su propia economía…”

De la Conferencia de León Trotsky en Copenhague, Dinamarca


 

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