Foto – Propuesta.com.uy

Desde Paysandú escribe Guido Fava

El lunes 11 de julio en entre las 6.50 y las 7.00 de la mañana, una fuerte tormenta provocó severos daños en la ciudad de Paysandú. Según tes­timonio directo y diversas fuentes, unas mil familias quedaron literal­mente sin techo, eso se pudo obser­var porque la ciudad quedó regada de chapas, algunas volaron a varias cuadras de distancia.

El viento además tumbó paredes y arrancó de raíz árboles centena­rios, derribó postes de electricidad y arrancó cables. Se informó de 39 heridos y hubo calles interrumpidas por los árboles caídos, además que 40 mil personas quedaron sin ser­vicio eléctrico varias horas, algunas hasta tres días. Una gran antena de Antel se dobló hasta tocar el sue­lo, cortando las comunicaciones en el norte de la ciudad. No hubo muertos directamente a causa de la tormenta. El Instituto Uruguayo de Meteorología concluyó que el fenó­meno fue una turbonada, viento de Oeste a Este por encima de los 120 kilómetros por hora (diferente de un tornado en que gira).

Como siempre en estos casos, las personas más perjudicadas son de la clase trabajadora, gente que en muchos casos ha podido construirse una vivienda con medios precarios. El mismo día y los días siguientes esa misma gente se veía dedicada a la reconstrucción de sus casas con ayuda solidaria de los vecinos. También hubo ayuda del gobierno, aunque se han verificado casos en que esa ayuda no fue tan efectiva como se anunció.

Estamos siendo testigos del cambio del clima, lo mismo que pasa en Eu­ropa y China con las altas tempe­raturas de estos días. Sufrimos las consecuencias de la devastación del mundo que la rapacidad capita­lista realiza desde hace siglos.

Por un lado, esto nos indica la ne­cesidad imperiosa de planificar mundialmente la economía, para producir lo que las personas nece­sitan respetando el ambiente donde vivimos todos. Por otra parte, so­mos conscientes que el sistema ca­pitalista no está actuando en forma efectiva en este sentido, porque eso va contra sus intereses. Y aunque empezara hoy a actuar, los resulta­dos tardarían décadas en verse.

En lo inmediato, ya que tendremos más de estos desastres, es nece­sario adaptar la construcción, sobre todo la más modesta, para prepa­rarla para estas tormentas. Se debe reclamar a las autoridades capaci­tación en construcción de viviendas anti vientos, y que faciliten el acce­so a materiales adecuados. Natural­mente el reclamo no tiene efecto si no se sostiene con una movilización, por lo que estos puntos deben su­marse a los reclamos por salarios, salud y educación amenazados por el actual gobierno.