El año pasado, conmemoramos los 100 años de la gloriosa Revolución Rusa, la primera revolución obrera victoriosa de la historia.
Escrito por Mónica
Bajo la dirección del Partido Bolchevique, esta revolución derrotó a los ejércitos del zarismo y de las potencias imperialistas unidas y marcó el camino hacia el socialismo. Este colosal triunfo provocó un inmenso entusiasmo entre la clase obrera y los sectores populares en todo el mundo.
Hoy, sin embargo, la situación es otra. La mayoría de los trabajadores no conoce este extraordinario avance al socialismo dado por la clase obrera. Aún peor, lo identifican con lo que fue la Unión Soviética bajo los años del gobierno de Stalin, quien impuso una dictadura que, finalmente, abrió el camino a la restauración capitalista.
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se desintegró y cada país tiene hoy un gobierno burgués. El más claro ejemplo es Rusia, que ahora está gobernada por el millonario Putin y la “nueva burguesía” rusa.
Stalin rompió con el marxismo y el leninismo
En 1924 murió Lenin, uno de los grandes dirigentes de la revolución, que nos dejó cientos de libros, cartas y escritos donde podemos estudiar cuidadosamente el desarrollo del Partido Bolchevique, su programa y sus luchas concretas y teóricas, en las que se manifiesta con claridad su profunda vinculación con el marxismo.
Sin embargo, fue en esa década del ’20, que en el Partido Bolchevique comenzó a surgir una corriente burocrática a cuyo frente estaba Stalin.
La burocracia estalinista impuso el método del terror para eliminar a sus opositores que se habían reunido en la Oposición de Izquierda dirigida por León Trotsky. Stalin directamente mandó asesinar a todos los principales dirigentes del Partido Bolchevique así como a miles de militantes revolucionarios. Trotsky fue deportado y posteriormente asesinado en Méjico por Ramón Mercader, un agente de Stalin.
Fue así que Stalin llegó a copar la dirección del Partido Bolchevique y de la III Internacional. Aprovechando el coyuntural retroceso de las masas rusas, impuso la teoría de que era posible “construir el socialismo en un solo país”, rompiendo de este modo con las enseñanzas del marxismo y con la propia tradición bolchevique.
No es por casualidad que, desde entonces, el imperialismo en todo el mundo hace una inmensa campaña para tratar de identificar el estalinismo con el bolchevismo. Su objetivo es desprestigiar el bolchevismo, igualándolo al totalitarismo, al terror y a los privilegios de la burocracia.
Por eso, la lucha política e ideológica de Trotsky contra el estalinismo fue una lucha para recuperar la herencia del marxismo y del bolchevismo, limpiándola de las manchas vergonzosas que el estalinismo arrojó sobre ella.
Bolchevismo y estalinismo: polos opuestos
Una cuestión aparece siempre como telón de fondo del debate de los supuestos errores y tradiciones autoritarias de los bolcheviques: ¿leninismo y estalinismo son dos caras de una misma moneda? ¿El proceso de burocratización estalinista fue una consecuencia natural, una evolución del bolchevismo?
El error básico de razonamiento por detrás de cuestiones formuladas de esa manera es conceder a un factor subjetivo, el partido bolchevique, un papel superior, decisivo, capaz de revertir los procesos objetivos de la historia.
El proceso de burocratización fue un fenómeno objetivo, que dependió directamente del desarrollo de la lucha de clases.
En el caso concreto, los factores fueron la derrota de la revolución mundial y el consecuente aislamiento de la Unión Soviética al finalizar la Primera Guerra Mundial, potencializados por el tremendo atraso del país y el desgaste de las masas con la guerra. O sea, fenómenos opuestos a los que llevaron a los bolcheviques a dirigir al proletariado hasta la conquista del poder. A pesar de luchar contra ellos, los bolcheviques no pudieron, ni podrían, invertir el curso objetivo de la lucha de clases.
Polemizando contra los que veían el estalinismo como continuidad del bolchevismo, Trotsky expuso la contradicción de esa conclusión: si el estalinismo es el heredero del bolchevismo, ¿por qué tuvo necesidad de aniquilar físicamente a toda la vieja guardia bolchevique para consolidar su poder? Trotsky escribió: “Después de la purga, la divisoria entre el estalinismo y el bolchevismo no es una línea sangrienta sino todo un torrente de sangre. La aniquilación de toda la vieja generación bolchevique, de un sector importante de la generación intermedia, la que participó en la guerra civil, y del sector de la juventud que asumió seriamente las tradiciones bolcheviques, demuestra que entre el bolchevismo y el estalinismo existe una incompatibilidad que no es solo política, sino también directamente física”.
Trotsky explica ese “torrente de sangre” que separa el bolchevismo del estalinismo justamente por los elementos objetivos que motivaron el surgimiento y el desarrollo de ambos. El bolchevismo llegó al poder en el centro de la oleada revolucionaria que surgió en el curso de la Primera Guerra Mundial. Solamente ese enorme impulso puede explicar cómo el Ejército Rojo, formado en muy poco tiempo, pudo salir victorioso de una guerra tan desigual contra los ejércitos blancos, armados y apoyados por tropas de los principales países imperialistas.
El estalinismo, por el contrario, fue fruto del retroceso y la derrota de la revolución internacional entre 1919 y 1923, principalmente con la derrota de la revolución alemana. Ese reflujo fue potencializado por el atraso de Rusia y por la aniquilación de gran parte de la clase obrera, especialmente los elementos más valiosos de la vanguardia, durante la guerra civil.
El estalinismo, por lo tanto, es producto y expresión del retroceso de la revolución.
El carácter irreconciliable del bolchevismo y del estalinismo fue demostrado no solo por la saña asesina con que la burocracia estalinista se lanzó contra toda la “vieja guardia” bolchevique, sino también por la resistencia que los verdaderos bolcheviques ofrecieron al proceso de burocratización.
El primero en luchar contra la burocratización fue el propio Lenin, fue su último combate, solo interrumpido por su muerte en 1924. La bandera de la lucha contra la burocracia fue tomada por la Oposición de Izquierda, dirigida por Trotsky, que la sintetizó en forma de programa político de transición en la lucha por la Revolución Política, una de las bases para la fundación de la Cuarta Internacional.