
Primera parte: contexto desde los años 30’
Comenzamos con esta nota a publicar una serie artículos tomando diferentes autores, cuyo fin es la necesidad de conocer al menos una parte de la historia de la industria frigorífica y sus luchas. Esperamos que esto nos ayude a incorporar aportes y tener una mirada crítica de las luchas pasadas que nos sirvan para estar mejor preparados y puedan ser la base en la construcción de las organizaciones necesarias para la lucha tanto en el terreno sindical como en lo político.
La clase obrera, sujeto social de los cambios, es el lugar por exelencia de donde saldrán de la mano de las nuevas generaciones, los dirigentes que estén a la altura de las tareas que se plantean frente al avasallamiento de derechos que la clase capitalista redobla en cada crisis económica contra quienes producimos la riqueza.
A el sector de la juventud trabajadora, la que sufre mayor desocupación y precarización en sus trabajos, a los y las obreras que hacen sus primeras experiencias en la lucha, es con quienes fundamentalmente queremos compartir esta mirada marxista sobre esta parte de la historia.
La industria frigorífica y sus cambios (1)
Sobre la década del 30’ existían en la industria frigorífica cuatro grandes establecimientos frigoríficos, la mayoría de ellos de capitales extranjeros; británicos y estadounidenses que se concentraban fundamentalmente en la exportación. En 1928, los capitales nacionales volvieron a invertir en el mercado de carnes al crearse el Frigorífico Nacional (empresa de economía mixta pública privada) , al que se le reservó el monopolio del abasto de carne de Montevideo, sin prejuicio de su participación en la exportación.
Desde entonces y hasta fines de los 50’ el núcleo central de la industria frigorífica uruguaya quedó compuesto por cuatro establecimientos propiedad de capitales nacionales, norteamericanos y británicos. Cuatro frigoríficos de grandes dimensiones cubrían el 90% de la faena y dominaron el procesamiento, abasto y exportación. En 1944 estos grandes frigoríficos ubicados en Montevideo; Swift, Artigas y Nacional (junto al Anglo ubicado en Fray Bentos) ocupaban un total de 12.500 trabajadores.
En el contexto de la segunda guerra mundial se vieron favorecidos los altos precios de las materias primas y propiciaron la exportación y la industrialización liviana vinculada a la alimentación, proceso en el cual se beneficiaron estos grandes establecimientos frigoríficos. Durante un largo período estos grandes empresarios tuvieron el monopolio de la producción de la industria, con alguna excepción de mataderos y pequeños frigoríficos del interior del país.
Luego de finalizada la guerra de Corea en 1953, y con la reconstrucción de Europa, las relaciones del mercado mundial se fueron modificando y los países de América Latina que habían gozado de cierto crecimiento económico, producto del aumento de las exportaciones e industrialización, ingresaron en un período de estancamiento que culminará, en el caso uruguayo, en una prolongada crisis que incluirá la década de los sesenta.
A partir de 1953 se pruduce una caida en el precio internacional de la carne, que sumado a la retracción de la faena agravaron el problema de la subutilización de las instalaciones de los grandes frigoríficos. En este contexto se produce una reestructura de la industria a gran escala (en especial, norteamericana), que se tradujo en el abandono de la producción en grandes establecmientos, priorizando el procesamiento de ganado en fábricas más modernas de menores dimensiones.
Los capitales estadounidenses decidieron dejar de operar en nuestro país, cerrando sus plantas, Swift y Artigas a fines de 1957. Según Jorge García, dirigente sindical del sector carga y descarga y luego presidente de la FOICA, el cierre de estos establecimientos planteó un problema dramático para los trabajadores, ya que dichas plantas empleaban aproximadamente 7 mil personas. Se entabló por esos años una lucha para que las plantas frigoríficas pasaran a manos de los trabajadores.
Como parte de este proceso y la lucha de los obreros se crea el establecimiento frigorífico del Cerro, con participación de sus trabajadores, capitales nacionales y extranjeros. La primer medida de la patronal será poner en funcionamiento solamente la planta Artigas y llevando adelante el desguace del Swift. En 1960 se produce una huelga importante en reclamo de la reapertura del Swift, pero los trabajadores de la planta Artigas no acompañaron la medida. Se produce entonces la primera gran fractura de FOICA y finalmente la huelga es derrotada. (…) El cierre del Swift marcó el principio del fin de una etapa para la insdustria frigorífica de nuestro país.
1) Fuentes: Esta nota está fundada en partes fundamentales de la publicación de la revista SOOFRICA, (Los origenes del sindicato de Obreros y Obreras del Frigorífico Canelones), cuyos autores son Lucia Siola y Martín Gironda.