La derrota del gobierno y de la esencialidad

Durante el  mes de julio, toda la enseñanza se puso en pie de lucha para conquistar los reclamos históricos de salarios dignos para los maestros y docentes secundarios, mejores condiciones de trabajo y un presupuesto acorde a las necesidades para  todas las ramas de la enseñanza, incluída la universidad de la república.

Por primera vez en años, tanto  los gremios docentes como los estudiantiles comenzaron a coordinar sus acciones. Las manifestaciones callejeras reflejaban una creciente participación y radicalización. Los locales donde se realizaban las asambleas de maestros y docentes secundarios comenzaron a  quedar chicos. Y los paros se resolvían de un día para otro al ver que el gobierno ofrecía cifras muy por debajo de los reclamos.

El 24 de agosto pasado,  la ministra de Educación del Frente Amplio, María Julia Muñoz informó que el gobierno había decretado la esencialidad de la educación tanto para Primaria, Secundaria y UTU. El decreto entraría en vigencia el miércoles 26 de agosto y  se aplicaba por 30 días. Se exigía el retorno inmediato a las aulas bajo pena de severas sanciones.

El decreto se aplicaba intentando coartar el derecho de huelga y detener los paros que se venían extendiendo en toda la enseñanza que reclamaba un salario de 30 mil al ingreso y el 6% del PBI para ANEP y UDELAR.

Al  contrario de lo que esperaba el gobierno,  el decreto causó indignación en docentes, maestros y estudiantes. Lejos de aplacar las luchas, éstas se profundizaron. La Asamblea del magisterio se unió a la huelga que venían realizando los docentes secundarios de  Montevideo, y así  se sucedieron las asambleas masivas  y plenarios que paralizaron simultáneamente  todas las ramas de la educación reclamando el levantamiento de la esencialidad

El gobierno – que al principio amenazó con sanciones-  empezó a retroceder al ver que las medidas se incrementaban y no cedían y afirmó que esperaría cinco días para aplicarlas.

Pero las enormes asambleas continuaban diariamente; más de 2000 maestras se reunían en la calle, al quedar chicos los locales donde los dirigentes convocaban. Los docentes de Montevideo también crecían y sus asambleas reunían más de 800 profesores.  Se  realizaron  ocupaciones de más de cincuenta liceos donde se sumaron  los estudiantes secundarios y el pico más alto de la movilización fue el  27 de agosto, cuando se movilizaron 50 mil personas en  la calle en apoyo a la lucha contra el decreto de “esencialidad”.

Pero esta inmensa lucha unificada por abajo no solo rechazaba la esencialidad, sino también los preacuerdos que habían firmado las direcciones de los gremios junto a los dirigentes del PIT-CNT.

Esta gran batalla logró su primer triunfo:  obligó al gobierno frenteamplista a levantar el decreto de esencialidad y no sancionar ni a un solo docente ni maestro. Este triunfo fue producto de que las bases tomaron en sus manos el conflicto imponiendo la democracia obrera en las enormes asambleas y  la unidad de todos los gremios de la educación y los estudiantes.

Este sin duda es el camino a seguir, el que las bases en asambleas por medio de la democracia obrera debatan y resuelvan cómo avanzamos, cómo continuamos la lucha contra la política económica del gobierno frenteamplista que quiere que la crisis la paguemos los trabajadores.



Recuperemos los sindicatos para los trabajadores                                                         

Por la creación de un comité de huelga que dirija la lucha de la enseñanza!!

Los dirigentes sindicales de los gremios junto a los máximos dirigentes del PIT-CNT, firmaron acuerdos salariales de la educación a espaldas de los trabajadores. Al inicio del conflicto el gobierno hizo públicos los documentos donde estaban estampadas las firmas de los máximos dirigentes.

Los burócratas sindicales  fueron a las asambleas  a decir que solo habían firmado un “pre acuerdo”,  pero todos los “pre-acuerdos”  fueron  rechazados por las bases de todos y cada uno de los gremios. La propuesta que habían firmado ofrecía $25 mil al 2020 y no $30 mil como reclamaban los docentes y maestros en lucha.

En medio del decreto de esencialidad,  nuevamente los burócratas del PIT-CNT y la gran mayoría de los dirigentes de la enseñanza, volvieron a firmar un acta donde el gobierno se comprometía a levantar la esencialidad y a la vez los gremios levantaban  las medidas de lucha. Pero, nuevamente los dirigentes quedaron mal parados, cuando las asambleas multitudinarias votaron continuar la pelea. Las bases decidieron continuar la lucha y que obligar al gobierno a dar marcha atrás en el decreto de esencialidad, que no se aplicaba en la enseñanza desde la época del gobierno reaccionario de Pacheco Areco, bajo cuya represión comenzaron los asesinatos de estudiantes en 1968, cuando cayó el primer mártir Líber Arce.

Este fue el otro triunfo de los trabajadores, de la rebelión de las bases y de la democracia obrera, haber puesto al descubierto el rol traidor de las direcciones burocráticas.

Esto deja planteado una necesidad:  recuperar los sindicatos para los trabajadores, poniendo al frente de los mismos a los mejores luchadores, a compañeros honestos y que quieran luchar en forma consecuente contra el gobierno y las patronales. En los conflictos en marcha debemos proponer la creación de un comité de huelga para que sea el que dirija la lucha, integrado por los mejores luchadores para llevar adelante lo que la base decida y no dar un solo paso a espaldas de los trabajadores.

Hoy la burocracia controla nuestros sindicatos, los han convertido en un trampolín donde hacer carrera para llegar a cargos de gobierno con suculentos sueldos, la mayoría de los dirigentes no trabaja desde hace muchos años y viven usufrutuando los fueros y viáticos para provecho propio.

Los docentes, maestros y todos los trabajadores debemos avanzar en la tarea de echar a estos parásitos al servicio de la patronal y el gobierno y recuperar los sindicatos para la lucha y para los trabajadores.