Hoy estamos asistiendo a una abrumadora campaña electoral, en la que aparecen nuevas figuras como Novick, Talvi, Sartori y otras vuelven a levantar cabeza como Larrañaga y Lacalle en el Partido Blanco o Sanguinetti y Amorin Batlle en el partido Colorado. Aparecieron también algunos candidatos que se atreven a defender la dictadura y hasta proponen a un militar para la presidencia.

Escrito por Mónica

Por eso, es importante que todos –pero muy especialmente las nuevas generaciones- recordemos que los partidos Blanco y Colorado gobernaron al país por más de 150 años, mientras los trabajadores y sectores populares seguimos sufriendo todo tipo de privaciones y represión.

Algunos datos históricos

El Estado Uruguayo, surgido en 1830 a partir de las negociaciones de la Convención Preliminar de Paz, tuvo como primer Presidente a Fructuoso Rivera y cuatro años después a Manuel Oribe.

En 1836, ambos dirigentes se convirtieron en los caudillos de los dos bandos que se enfrentaron en la Batalla de Carpintería. Fue entonces que surgieron las divisas “Blanca” y “Colorada” y se constituyeron los partidos políticos que gobernaron al país durante más de 150 años.

Bajo estos gobiernos patronales, los uruguayos vivimos distintas situaciones. Cuando nos consideraban la “Suiza de América”, los trabajadores y sectores populares recibieron algunas migajas de las riquezas que acumulaban los industriales y los terratenientes. La existencia de las guerras en Europa y en Corea dieron mayor valor a nuestros principales productos de exportación de la época: la carne y la lana. Estos hechos permitieron que , durante unos años, se destinara parte de las ganancias a la construcción, por ejemplo, de carreteras, de escuelas públicas, liceos, viviendas.

Sin embargo, en épocas de fuertes crisis, tanto a nivel estructural como internacional, estos partidos impusieron todo tipo de privaciones a los trabajadores y los pobres, al tiempo que dieron inmensos privilegios económicos a los bancos y a partir de 1960, a los organismos del imperialismo como el FMI y el BID.

La profundización de la crisis económica aumentó los roces entre los distintos sectores patronales, la corrupción se hizo evidente y en este marco, la indignación de los trabajadores, jubilados y estudiantes los llevó a las calles. Blancos y colorados no dudaron en reprimir las manifestaciones obreras y populares que se iban haciendo cada vez más masivas.

Represión, corrupción, estafas

Las generaciones más jóvenes no conocieron la represión ni la corrupción de la que son responsables muchos de los dirigentes blancos y colorados.

Desde las denuncias de fraude electoral en distintos períodos hasta las estafas como la del Grupo Peirano o la corrupción en los bancos como el Pan de Azúcar o el Montevideo. Más recientemente, la estafa del dirigente colorado Sanabria, la aparición de numerosas empresas en los “Panamá Papers”, los negociados con gasolina del dirigente blanco Bascou. Y los enredos de Verónica Alonso con la iglesia que la apoya.

Sin olvidar que el primer muerto estudiantil fue Líber Arce, asesinado bajo el gobierno colorado de Pacheco Areco. En los ’90, bajo el gobierno blanco de Lacalle padre, asesinaron activistas como a Morroni y Facal en las cercanías del Hospital Filtro.

Nada nuevo podemos esperar de la derecha

Las sonrientes promesas de los candidatos de la derecha no deben confundirnos. Blancos y colorados van a profundizar los ajustes que ya está aplicando el gobierno del Frente Amplio y que ellos apoyan aunque no lo digan.

Tenemos muy cerca ejemplos que confirman esto. Tanto el gobierno de Macri en Argentina como el más reciente de Bolsonaro en Brasil están aplicando ajustes contra los trabajadores, porque todos ellos tienen el mismo objetivo: que la crisis del capitalismo –que ellos mismos generan- la paguemos los trabajadores.