Histórica movilización en Francia con la reforma de la Seguridad Social (Foto – www.pressenza.com)


Un día de triunfo que no será suficiente

23 de enero de 2023

Con 1.120.000 manifestantes contabilizados por el Ministerio del Interior, y más de 2 millones según la CGT, la primera jornada de movilización contra la nueva reforma previsional, convocada por las ocho centrales sindicales del país, fue muy fuerte, con manifestaciones en más de 250 ciudades. El nuevo proyecto de Macron pretende hacer que la edad legal (mínima) de jubilación pase de 62 a 64 años y anticipar la extensión del período de contribución a 43 años (ya decidido durante la reforma del gobierno de Hollande), a partir de 2027 en lugar de 2035. Muchos activistas nunca antes habían visto tanta gente en la calle. Tenemos que remontarnos a las movilizaciones de 2006 contra el “Contrat Première Embauche”, o incluso a las de 1995 contra la reforma de las pensiones del gobierno de Juppé, para encontrar elementos de comparación, según la ciudad. El análisis y la evaluación de los sindicatos anunciaba un éxito, pero no en esta escala.

Por: Lucas Peters

Con el estancamiento de la movilización por mayores salarios después del 18 de octubre, en un contexto todavía marcado por la inflación, surgieron algunas dudas sobre la capacidad de movilización de los sindicatos en su padrón de jornadas aisladas de acción. La actitud, en la mejor de las hipótesis observadora y generalmente hostil, de una gran mayoría de las estructuras sindicales hacia el movimiento de los Chalecos Amarillos, también está todavía en la memoria de muchos/as trabajadores/as, que no ven en la estructura sindical de movilización la posibilidad de plantear el conflicto político al punto de hacer que un gobierno ceda. Por otro lado, quizás sea también, al final, el fracaso del movimiento de los Chalecos Amarillos en términos de satisfacción de las demandas, lo que lleva a algunos/nas a apropiarse de esta estructura, a falta de otras, para organizarse. Aun así, esta apelación intersindical para una hulega interprofesional contra la reforma previsional fue un triunfo numérico en términos de manifestantes y, en menor grado, en términos de huelguistas.

Sin embargo, el gobierno de Juppé había cedido después de que la economía del país se vio paralizada por tres semanas de huelgas intensivas. La situación política ha cambiado desde 1995, con un endurecimiento de las imposiciones capitalistas y un gobierno proclive a la represión social. Por lo tanto, será necesario llevar el nivel de movilizaciones y formas de acción al menos al nivel de esta última referencia, si esperamos vencer.

Fortalezas y límites de las estructuras organizacionales en el estado actual

Los puntos de apoyo antes del 19 de enero

Este triunfo tampoco sonó como un trueno en cielo calmo. Actualmente, son muchas las movilizaciones en empresas por aumentos salariales. Sin embargo, esas movilizaciones son localizadas y proceden de una reconstrucción de la conciencia de clase. Pero es difícil saber si esta conciencia de clase está limitada por una tendencia corporativista, muchas veces reforzada por estrategias sindicales restringidas al diálogo social, o por la conciencia de que para vislumbrar un conflicto general se necesitan herramientas prácticas y políticas que hoy son muy embrionarias. Es en este contexto que debemos entender el llamado de CGT Pétrole [1] del 12 de enero, proponiendo un plan progresivo que no excluye el cierre de instalaciones, con un primer día de huelga el 19 de enero, luego una segunda fase de 48 horas los días 26 y 27 de enero, y finalmente tres días de huelga que podrían desembocar en una huelga prorrogable a partir del 6 de febrero.

Esta propuesta tiene la doble ventaja de proponer un cronograma que permite a los diferentes sectores prepararse progresivamente para la huelga. Los marcos establecidos también permiten hacer balance y acotar dos riesgos. En primer lugar, el de ver a sectores de “vanguardia” agotarse en la huelga antes de que otros puedan sumarse a ellos; en segundo lugar, la de volver a tener huelgas por procuración, lideradas por sectores clave, que ciertamente pueden ser eficaces, pero que no conducen a una situación política de la misma naturaleza que cuando todo el mundo del trabajo deja de trabajar para organizarse y luchar. Durante la huelga de 2019, algunos/as trabajadores/as ferroviarios/as dijeron que la mejor manera de ayudarlos/as no era aumentar los fondos de huelga, sino trabajar para llevar a otros sectores profesionales a la huelga.

Y el “plan” de la intersindical nacional

Desconociendo el plan propuesto por la CGT Pétrole, y a pesar del éxito del 19 de enero, la intersindical nacional decidió convocar una nueva jornada de huelga el… 31 de enero. ¡Un día más aislado, no incluido en un plan de batalla, con la administración asumiendo decidir sucesivamente el seguimiento de cada movilización de acuerdo con el éxito de cada una! ¡Otra invisibilización de los sectores más combativos!

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Otra invisibilización más de otros cuadros de movilización –pensemos lo que pensemos de ellos– como la apelación a la manifestación del 21 de enero en París, lanzada por organizaciones juveniles más o menos vinculadas a France Insoumise! Y otro marco más que aísla a los/as trabajadores/as que legítimamente gustarían parar de trabajar para preparar una huelga masiva, formando, por ejemplo, colectivos de movilización que podrían tejer vínculos entre empresas y con establecimientos aún no movilizados, dirigirse a la población para que esta apoye futuras movilizaciones, en particular creando y alimentando fondos de huelga… En la noche del 31 de enero, es bastante obvio que si la autoorganización no se desarrolla, veremos la repetición de un escenario que lamentablemente se ha vuelto clásico. Es necesario evitar que los dirigentes sindicales mantengan el control de la lucha y la lleven al fracaso, programando otros días de acción tipo “salto de rana” hasta que las tropas se agoten. Sin autoorganización, las apelaciones a estos dirigentes –atrapados en un diálogo social que solo conduce a retrocesos– se revelarán, una vez más, impotentes. Por lo tanto, debe ponerse en práctica una fuerza material alternativa. Esta debe estar basada en el hecho de se ser los/as propios/as huelguistas los que asuman el control autoorganizado de la huelga.

En cuanto al cronograma, obviamente toda la intersindical tiene responsabilidad por esta propuesta, pero con algunos matices. La CFDT impuso el 31 a la intersindical mientras la CGT, FO, la FSU y Solidaires propusieron el 26 de enero.

En nombre de la unidad y con la esperanza de mantener numerosas manifestaciones, la intersindical es nuevamente controlada por su ala derecha y se vuelve aún más incapaz de proponer un plan de batalla coherente. Cabe preguntarse si no estamos ante un juego en el que dirigentes sindicales menos sujetos al diálogo social que la CFDT no encuentran finalmente sus propios caminos, haciendo que la CFDT asuma la responsabilidad por las consecuencias de sus propias contradicciones. En el campo del diálogo social para los sindicatos –así como en el campo del reformismo o del centrismo para los partidos– es muy útil tener a alguien más derechista que tú para esconderte… Entonces sí, los desfiles de la CFDT fueron más numerosos que los de la CGT en ciertas ciudades, pero ¿con qué fin? Además, tenemos que considerar que la dirección de la CFDT, en la lógica que se tornó tradicionalmente su propia postura, como la mejor aspiradora de migajas en la mesa de los patrones, quizás ya esté negociando con el gobierno de Macron. Por ejemplo, podría tratarse de “avances” en el reconocimiento del trabajo duro, mencionado durante las reformas anteriores, y al que la CFDT dice estar muy apegada. Pero la eficacia de reconocimiento del trabajo duro no interesa a casi nadie, pues es tan complicado entrar en la estructura finalmente definida durante las “negociaciones” anteriores.

Algunas cuestiones y perspectivas en torno a la batalla previsional que se inicia en Francia

Una respuesta internacional a un ataque internacional

Las luchas por mejores condiciones de vida –o al menos para poner fin al deterioro de estas condiciones– en particular a través de aumentos salariales, o de la preservación de sistemas de solidaridad, se están desarrollando en muchos países. El tema de cómo organizarse para construir una correlación de fuerzas frente a gobiernos comprometidos con el capitalismo es una cuestión que va más allá de Francia, pues las burguesías se coordinan para aplicar sus planes, justificando, por ejemplo, la armonización a la baja en nombre de la equidad o de la simplificación. En España, varias organizaciones que defienden las conquistas del sistema de pensiones/jubilaciones español han expresado su apoyo a la movilización en Francia [2]. Denuncian la estrategia, concertada en nivel internacional, de los poderes financieros y de las instituciones europeas con el objetivo de desarticular y privatizar los sistemas públicos de jubilación.

De hecho, las “recomendaciones” de la Comisión Europea, emitidas el 17 de junio de 2022 [3] , mencionan la necesidad de estandarizar los distintos sistemas de jubilación, señalando que los gastos asociados representan una parte muy grande del PIB, particularmente porque la edad legal la edad de jubilación de 62 años es considerada muy baja… Cuando sabemos que en algunos países europeos la edad legal de jubilación es de 67 años, como en Bélgica, entendemos que la preocupación por la “armonización” se traducirá en otras reformas que vendrán si esta es aprobada.

Por lo tanto, el informe es orientado principalmente hacia la preocupación de pagar la “deuda”. Pero la cuestión de la viabilidad del actual sistema de jubilaciones/pensiones no aparece, o parece contradictoria con la necesidad de reformarlo, toda vez que las recomendaciones reconocen que los gastos con pensiones disminuirán a partir de 2030… Hace varios años, el “comando a través de la deuda” ha sido el modo de gobernabilidad por el cual los capitalistas dirigen las políticas públicas para provatizar los componentes sociales de los Estados.

En 2020, el periódico Bastamag [4] elaboró ​​un dossier que destacaba la articulación entre capitalistas y autoridades públicas en escala europea. Presentaba el fondo de inversión Blackrock, que estaba presionando a la Comisión Europea para comercializar un producto financiero que pudiera complementar jubilaciones/pensiones inciertas o inadecuadas. Podemos, por lo tanto, entender el interés de estos capitalistas en reformar los sistemas para hacer inaccesibles las condiciones para una jubilación/pensión adecuada…

Ante este quiebre sistémico, las declaraciones internacionales de apoyo son elementos valiosos que energizan las luchas locales. En términos de internacionalismo, su desarrollo podría preceder el desarrollo de la ayuda material e, idealmente, también el desarrollo de un movimiento en escala internacional. En 2020, esta materialización de la ayuda se había concretado con un fondo de huelga internacional en escala europea, que seguió siendo simbólica pero que podría tomar otra dimensión en las luchas futuras.

Mecanismos recurrentes a identificar y un argumento y propuestas a plasmar en un plan revolucionario

Este mecanismo de ruptura de los sistemas públicos para crear complementos sujetos a las reglas del mercado y la valorización del capital no es nuevo. Este “mecanismo” es el que se creó recientemente en Francia con el sistema de Protección Social Complementaria, que recurre a fondos privados con el objetivo de desarrollarse en áreas cubiertas actualmente por la Previsión Social. Aquí, nuevamente, todos los dirigentes sindicales acompañaron la transformación firmando los protocolos de implementación.

Las reformas no son “ideológicas”, ni siquiera irracionales, sino que reflejan los intereses de la burguesía, que son contradictorios con los nuestros.

Limitarse al argumento de que estos sistemas de solidaridad son viables, incluso en la estructura actual, es colocarse en el terreno de la burguesía. Por supuesto, esta viabilidad aumenta el carácter escandaloso de las depredaciones capitalistas, pero una argumentación basada en esto es falaz. Por un lado, es frágil: ¿tendríamos que hacer concesiones en nuestras condiciones de vida y de trabajo si estos sistemas de solidaridad no fuesen viables en el modo capitalista de producción? Por otro lado, es estéril en términos de concientización del hecho de que, para acabar con la depredación capitalista, es necesario acabar con el propio modo de producción capitalista y sus instituciones.

Así, es una pena ver organizaciones de la “izquierda de la izquierda” revisando sin otra perspectiva las declaraciones del presidente del COR (Consejo de Orientación de las Pensiones), quien afirma que “los gastos de jubilación/pensión no están deslizándose, son relativamente controlados, en la mayoría de las hipótesis”, y que estos gastos deberían disminuir en el largo plazo. Sería más saludable, por ejemplo, resaltar la necesidad de resocializar los sistemas solidarios que han sido privatizados en los últimos años. También sería necesario avanzar, de forma transitoria, a la necesidad de recuperar la seguridad social basada en instituciones administradas por los/as trabajadores/as, cuya financiación estaría asegurada mediante contribuciones entendidas como una deducción de la riqueza creada, directamente en la fuente y no mediante impuestos ¡que ponen a los/as trabajadores/as a contribuir para que eventualmente puedan rever el color de la riqueza creada por su trabajo! ¡Pero no es con una izquierda que pretende ser consejera de una burguesía, que aparentemente precisa ser convcencida a ser razonable (!), que vamos a crear las herramientas para salir del capitalismo!

Sobre el plan de batalla

La juventud también se movilizó fuertemente el 19 de enero, con bloqueos de escuelas secundarias y asambleas generales estudiantiles que decidieron desarrollar la movilización. Este pequeño comienzo de autoorganización en la juventud es precioso para estructurar el movimiento. La evacuación de una asamblea general de estudiantes en la Universidad de Estrasburgo por parte de los CRS es una señal del miedo del gobierno a la juventud, lo que debería hacernos tomar conciencia de la fuerza que ella representa.

En el mundo del trabajo, el plan de batalla de las refinerías debe seguir siendo un punto de apoyo para tomar iniciativas de movilización a partir de la próxima semana. Son pocas las prórrogas de la huelga en establecimientos públicos y empresas, pero ellas necesitarán puntos de apoyo la próxima semana para hacer la junción con el 31 de enero, y para implementar una continuidad que vaya más allá del calendario y de los modos de acción de la intersindical.

Algunas de las estructuras sindicales más combativas no están equivocadas. A pesar del aplazamiento de la continuación de la lucha por la intersindicalidad hasta el 31 de enero, la CGT Pétrole mantiene su convocatoria de huelga de 48 horas para los días 26 y 27 de enero, a la que se suma la CGT Energie [5] ; y la CGT des Ports et Docks [6] de París llama a la huelga el 26 de enero.

La salvación vuelve a estar en la autoorganización, con la toma de iniciativas en diferentes formas: colectivos de movilización, comités de huelga coordinados por sectores y zonas geográficas. Estas estructuras de autoorganización harían bien en llamar a los dirigentes sindicales en nuestros respectivos sectores para que exijan una huelga renovable. Así lo decidió Sud Educación, aprovechando la fecha del 31 de enero decidida por la intersindical.

Tales estructuras también podrían ser una oportunidad para presentar las otras preocupaciones sociales del período. Por ejemplo, las mujeres se verán aún más afectadas por la reforma si esta se implementa. El movimiento de mujeres, cuya estructura viene fortaleciéndose hace varios años, también podría desempeñar un papel importante en la movilización y beneficiarse de ella a cambio. Naturalmente, estos cuadros también podrían hacer la conexión con la cuestión de los salarios: no es la duración de la contribución lo que debe aumentarse, ¡es el salario!

Nota extraída de