Escrito por Corriente Roja, partido hermano en el Estado Español, integrante de la LIT-CI.
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París sufrió, el pasado miércoles 11 de enero, lo que se considera el peor atentado terrorista en Francia desde 1961, cuando la OAS (Organisation de l'Armée Secrète, una organización de extrema derecha contraria a la independencia de Argelia) puso una bomba en un tren de la línea París-Estrasburgo, matando a 28 personas.

El asesinato de casi toda la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo (12 personas) ha sido acuñado por la prensa parisina como el 11/09 francés, del que se podrá hablar de un antes y un después. Un periodista o dibujante nunca debe estar bajo amenaza de muerte, aunque no estemos de acuerdo con sus opiniones, sino bajo crítica y debate.

Los terroristas que declararon pertenecer a al-Qaeda dispararon no sólo contra los doce que estaban en la redacción sino contra toda la comunidad musulmana de Francia y Europa. Han prendido la mecha de la legitimación de la islamofobia y de nuevas “leyes antiterroristas” en todo el viejo continente. Los líderes de los principales países imperialistas, con Hollande a la cabeza, han condenado el ataque en nombre de “libertad de expresión y los valores republicanos”. La extrema derecha racista y xenófoba, que salió fortalecida de las elecciones europeas, ha saltado en Francia, Alemania, Inglaterra y Holanda exigiendo medidas represivas contra la inmigración y a favor de la pena de muerte.

El atentado abre un nuevo escenario que será instrumentalizado por los gobiernos y la extrema derecha para atacar a los derechos esenciales de los más oprimidos de la clase trabajadora europea, los inmigrantes. El mundo civilizado deberá “protegerse de la barbarie yihadista” y para ello algunos tendrán que pagar el pato y servir de chivo expiatorio. Tiempos difíciles se avecinan.

La hipocresía de los gobiernos imperialistas

Los gobiernos de todo el mundo, entre ellos EEUU, Francia y el Estado Español, hacen declaraciones “en defensa de la libertad de expresión y la tolerancia”. De hecho, el primer ministro francés llamó a que el pueblo francés alzara la voz por “los valores de la democracia, la libertad y el pluralismo”, aparte de defender la “unidad nacional” frente al terrorismo. Hollande, que presume de demócrata, es quien mantiene tropas en Mali y quien no permite a las mujeres musulmanas llevar el velo en las escuelas públicas francesas.

Por su parte, el Gobierno del PP, que prohibió el referéndum en Cataluña, aprobó la ley mordaza y permite centenas de desahucios diariamente, también se ha subido al carro de la “libertad de expresión”. Rajoy ha acudido, junto a Merkel, Cameron, Renzi, Hollande, Netanyahu y otros jefes de estado, a la manifestación contra el terrorismo celebrada en París el domingo pasado. En el Estado Español, la primera medida anunciada por el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz tras los atentados fue elevar en un grado el nivel de alerta antiterrorista, pasando del nivel 2 al 3. Esto significará más policías en las calles.

La bandera de la “libertad” selectiva también la ha ondeado Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel, alegando que el “terrorismo busca destruir la cultura de la libertad” cuando es representante de una colonia que sólo en la última operación militar contra Gaza asesinó a más de 2000 palestinos.

La reacción de la extrema derecha europea

La población inmigrante no sólo tienen que resistir a estos ataques por parte de estos gobiernos, también son culpados por los partidos de ultraderecha “por la falta de trabajo” y el aumento de la inseguridad. Marine Le Pen, cuyo partido se sitúa a la cabeza en intención de voto en Francia, ya en 2013 declaraba que “no hay sitio para los inmigrantes en Europa”. Además de defender un referéndum sobre la pena de muerte, abolida en el año 1981 por el entonces presidente François Miterrand, la líder del Front National ha declarado que el “islamismo radical es una ideología mortífera”.

Nigel Farage, al frente del partido británico UKIP, ha afirmado que “la obsesión por fomentar una sociedad multicultural en Europa ha creado una quinta columna en occidente”. Geert Wilders, líder xenófobo holandés, aseguró que el islam “persigue someter a todo el mundo la sharía” y que lo ocurrido en París “es solo el principio”.

Al compás del crecimiento de estos partidos aumentan los movimientos anti-islámicos como el movimiento Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) en Alemania, que ya en su última manifestación logró, antes del atentado en París, la cifra de 18.000 asistentes. Pegida no es el único partido xenófobo en Alemania. El NPD y el recientemente creado Alternative für Deutschland (AfD) también actúan libremente en el país, participando, incluso, en las elecciones. El AfD tiene siete diputados en el Parlamento Europeo.

Ataques islamófobos y medidas represiva en Europa

Los ministros de Interior de varios países europeos y representantes de EE UU, Turquía, Israel, entre otros; se han reunido en la capital francesa y han anunciado las primeras medidas de un plan “antiterrorista” que en realidad significará un gran ataque a las libertades democráticas y el aumento de la islamofobia.

Han acordado "controles profundos" de algunos pasajeros y la coordinación con empresas de Internet para evitar contenidos relacionados con el terrorismo. El próximo 18 de febrero, se celebrará en Washington una cumbre internacional contra el terrorismo. El ministro francés de Interior ha defendido más restricciones en el sistema Shengen sobre controles de pasajeros en las fronteras.

Desde el atentado han sido atacados en Francia más de tres locales gestionados por musulmanes y en la mañana del sábado 11 de enero una de las mezquitas de Madrid ha amanecido pintada con mensajes vociferando a que los musulmanes se vayan de España y llamándolos “perros”.

Ante este ascenso racista recalcamos la importancia de diferenciar entre la población musulmana y los fascistas intolerantes que entraron a disparar indiscriminadamente contra todo el que se pusiese en medio en la sede de la revista. Tanto es así que uno de los policías asesinados, Ahmed Merabat, quien defendía la revista, era musulmán. Esa diferenciación es tan clara que resaltamos que ya hay convocadas decenas de manifestaciones por toda Europa de colectivos islámicos en repulsa de este atentado.

Recordamos, además, que los que más sufren este fascismo intolerante son los millones de musulmanes aterrorizados por el Estado Islámico en Irak, por Boko Haram, que recientemente ha asesinado a más de 2.000 personas en Nigeria, o los gobiernos que prefieren matar a toda su población antes que rendirse ante la lucha revolucionaria de los pueblos como en Siria o Egipto. Muchos de los que son torturados por agentes de la CIA en Guantánamo o los que mueren a manos del Estado de Israel son musulmanes.

La ocupación colonial francesa en el Norte de África y Oriente Medio

Es imposible entender los acontecimientos del pasado miércoles sin volver atrás y analizar la política colonial del imperio francés tras la 1ª Guerra Mundial, cuando Inglaterra y Francia se dividieron el Oriente Medio en los acuerdos de Sykes-Picot. Marruecos, Argelia, Siria y Líbano (que no existía hasta entonces) quedaron bajo ocupación militar francesa. Su política fue la de establecer gobiernos autoritarios, no permitir el desarrollo independiente de estos países y poner toda su economía al servicio de los intereses de la metrópoli.

Durante la guerra de liberación de Argelia (1954-62) se calcula que alrededor de un millón de argelinos fueron cruelmente asesinados por el ejército francés, que desplegó más de 500.000 soldados al país, bajo la excusa de que pertenecían al FLN (Front de Libération National) o colaboraban con la resistencia. La emblemática batalla de Argel fue una de las más sangrientas de la historia reciente y una de las prácticas comunes de las fuerzas francesas era desfilar por las calles de la capital argelina con las cabezas de los guerrilleros del FLN decapitados.

La OAS, citada anteriormente, fue una organización terrorista francesa de extrema derecha dirigida por el general Raoul Salan. Llegó a contar con más de mil hombres armados y 3 mil miembros en Argelia y Francia. Luchaba contra la independencia de Argelia y fue responsable por un gran números de ataques a civiles desarmados, así como a instituciones francesas y argelinas en Europa y el Magreb.

Nada de eso justifica el atentado, pero ayuda a entender la mentalidad de muchos jóvenes musulmanes, que, a falta de alternativas coherentes de lucha, son presa fácil para los grupos terroristas que dicen actuar en defensa del islam en contra de la barbarie occidental.

¿Yo soy Charlie?

Miles de activistas mostraron su solidaridad a las víctimas del atentado publicando “Yo soy Charlie” en  sus redes sociales. Reincidimos en la importancia de que los y las trabajadores/as condenemos este tipo de actos mostrando nuestra máxima repulsa.

Condenamos el asesinato de los dibujantes pero no somos el contenido de su revista. Precisamente porque acordamos con la libertad de expresión criticamos los cómics y portadas islamófobas que eran publicados por la revista en Francia, donde los musulmanes representan aproximadamente un 10% de la población. Aun siendo sátira consideramos que algunos de estos dibujos (Por ejemplo: Un egipcio que sale siendo acribillado con un Corán enfrente, aludiendo a la masacre cometida por la junta militar egipcia en 2013) son ofensivos y fomentan el racismo. Por ello, aun condenando el atentado, “no somos Charlie”.

No a la unidad nacional

La lucha contra el fanatismo religioso es inseparable de la lucha contra el racismo, contra el colonialismo, contra el chovinismo y el patriotismo, contra el militarismo y el uso de la policía en contra de los pobres, los jóvenes y los inmigrantes. También es inseparable de la lucha contra la opresión de las minorías, en contra de todo conservadurismo y de las reacciones que el capitalismo alimenta.

La batalla contra el terrorismo y la islamofobia no se puede llevar a cabo mediante la realización de la "unidad nacional", como propone Hollande y la UE, ni con un gobierno que continúa la ofensiva contra los trabajadores, fortalece las medidas de exclusión de la población inmigrante, aplica recortes y flexibiliza el mercado laboral.

Sólo la movilización de los trabajadores y la juventud puede defender las libertades democráticas y derrotar el terrorismo. La unidad de las organizaciones del movimiento obrero debe, también en esta cuestión, imponerse, creando un campo independiente del gobierno, de las instituciones de la V República y de los partidos de la burguesía.

Ante el aumento de la islamofobia gritamos: ¡Nativa o extranjera la misma clase obrera!