Actualmente, INAU cuenta con tres puertas de entrada, una para niños, otra para adolescentes mujeres y una para adolescentes varones. Las tres han llegado a estar tan colapsadas que algunos de los menores han tenido que dormir en el piso, soportando situaciones complejas, incluso cuando la institución debería garantizar su cuidado y amparo. Esto es causado por varios problemas, entre ellos falta de personal y de infraestructura.
Por esto mismo en 2019 los trabajadores de las puertas de entrada decidieron tomar medidas sindicales para que las autoridades de INAU comenzaran a garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes y el mejor clima laboral de los trabajadores. Es que teniendo hacinamiento en los hogares no se puede dar una atención de calidad. No se puede prestar verdadera atención a sus necesidades cuando hay tres educadores, o a veces menos, cada 50 niños o adolescentes.
Una victoria de los trabajadores
Uno de los ejemplos es Magnolia, la puerta de entrada de adolescentes mujeres, donde existen hoy en día 33 camas disponibles, pero donde se ha llegado a tener en el invierno más de 50 adolescentes, algunas durmiendo obviamente en colchones en el piso, a pesar de las bajas temperaturas.
La respuesta a la medida sindical fue el amedrentamiento por parte de las autoridades que siempre querían romperla, intentando ir en contra de la decisión de los trabajadores. Además de las presiones de los altos cargos de INAU, también es difícil realizar estas medidas frente a los policías que trasladan a los niños y adolescentes, los cuales en todo momento se muestran hostiles a la medida.
A pesar de tener mucho en contra, se logró un acuerdo en Magnolia para que no permanezcan en el hogar más adolescentes que la cantidad de camas disponibles. Esto es un gran logro, porque garantiza también la movilidad hacia hogares de permanencia, pero no es el final del problema.
El futuro de niños, niñas y adolescentes
Primero que nada, las autoridades necesitan mantener su promesa de movilidad de los niños, niñas y adolescentes a hogares de permanencia donde se garanticen sus derechos. Segundo, la institución debe seguir pensando en contratar más trabajadores que puedan hacer el trabajo diario con los menores, apostando a que si hay una cantidad correcta de educadores entonces habrá posibilidad de llevar adelante la tarea educativa, realizar actividades y generar hábitos, tal cual “debería ser”, según las normativas del propio organismo.
La atención a niños y adolescentes no significa solamente que puedan dormir en una cama, sino que tengan atención de psicólogos, médicos y educadores que los acompañen en su trayecto, sea para que puedan asistir a la escuela o el liceo, realicen paseos y tengan una cotidianeidad tranquila.
Abajo las tercerizaciones
Una de las respuestas que ha dado INAU es a través de la creación de hogares en convenio con la institución. Estos hogares privados tienen varios problemas, porque son gestionados desde fuera y tiene por lo tanto sus propias reglas en cuanto a derechos laborales. Los trabajadores de los hogares convenio cobran un sueldo menor, aunque pasen por los mismos problemas cotidianos que los trabajadores públicos.
Lo ideal, a fin de cuentas, sería que los hogares fueran estatales, que todos los trabajadores cobráramos lo mismo por la misma tarea. Dejar a los niños y adolescentes en manos de privados es librarse del problema por un rato y no garantizar los derechos laborales.
Los mismos jóvenes que son criminalizados en sus barrios son dejados de lado por el sistema que dice protegerlos. Es hora de que tengan las oportunidades que merecen y no solamente las amenazas “por tener gorrito o tatuajes”, o “apariencia delictiva”, como dice el senador Jorge Gandini.
Por eso se precisan más trabajadores pero con los mismos derechos, más espacio para niños, niñas y adolescentes y mayores posibilidades para su futuro. Como siempre, las tareas de cuidado (en su mayoría realizadas por mujeres) no son tomadas como importantes, a pesar de lo fundamentales que son en la sociedad. A fin de cuentas, como siempre, pagan los platos rotos los trabajadores y los sectores pobres