Nuevo presidente de Colombia Gustavo Petro – Foto INFOBAE / REUTERS/Luisa Gonzalez

Este 7 de agosto se posesionan Gustavo Petro y Francia Márquez en medio de las expectativas que genera un gobierno en oposición al uribismo, y que logró ganarle las elecciones a este sector de la burguesía gracias al respaldo de las masas hastiadas por décadas de hambre y represión. Las masas, luego de haber protagonizado el histórico Paro Nacional, expresaron también en las urnas el desprecio hacia ese régimen que merece ser sepultado de inmediato.

Petro ha logrado recoger los anhelos de cambio sentidos por un amplio sector de la población, en especial los más oprimidos y explotados, quienes tienen la fe puesta en que con su gobierno podremos “vivir sabroso”, o sea, salir del atraso, la miseria y la desigualdad en el que han sumergido los últimos gobiernos a los trabajadores y desposeídos de este país. Desde el PST hemos acompañado esta experiencia de lucha y de descontento, tanto en las calles como en las urnas, apoyando firmemente el Paro Nacional y votando críticamente por Petro y Francia, es decir, votando por ellos sin renunciar a expresar las limitaciones y contradicciones de su programa, y reivindicando la lucha directa como único método realmente efectivo por el cual conseguiremos esos cambios profundos que realmente nos permitirán “vivir sabroso” y la necesidad de ir más allá, hacia una revolución socialista que acabe con el capitalismo, responsable de las penurias de las masas.

En ese contexto, Petro es consciente de que debe responder a las reivindicaciones de las masas, sin embargo, su política para ello actualmente es invitarnos –a los trabajadores, los luchadores, los lideres sociales, etc.– a integrar y apoyar su gobierno; esa es la razón por la cual se organizó el “empalme social”, y por la cual en concreto nos invita el 7 de agosto a “llenar plazas y calles” para recibirlo. Desafortunadamente, esa invitación ha sido extendida también a sectores de la burguesía que han sido parte de los gobiernos anteriores y por lo tanto tienen responsabilidad –independientemente de su relación con el uribismo– en la actual crisis económica y social que estamos padeciendo. Y peor aún, las invitaciones a estos sectores ya fueron aceptadas vinculándose principalmente a la conformación del gabinete ministerial, en el cual quedaron en sus manos los cargos más relevantes y con mayor incidencia gubernamental, garantizando que sus intereses y privilegios estarán a salvo bajo el nuevo gobierno.

Un gobierno con esa composición de clase no será nuestro gobierno: un gobierno de los trabajadores, de los oprimidos y de los explotados. No es posible conciliar nuestros intereses con los de la burguesía, más aún bajo un gobierno que ya cuenta con el respaldo y el apoyo del mayor poder opresor y explotador a nivel mundial: el imperialismo norteamericano. Las reuniones realizadas por Petro con Uribe por un lado, y con delegados del gobierno Biden por el otro, simplemente le dan la garantía a la burguesía nacional e internacional para continuar sus planes, los cuales son contrarios a cualquier posibilidad de poder “vivir sabroso”; el gobierno podrá cambiar de forma, pero el contenido en lo fundamental se mantiene.

Entendiendo el hastío de las masas ante décadas de guerra y violencia contra los trabajadores, explotados y oprimidos de este país, no podemos caer en la trampa de ponernos al lado de nuestros victimarios, de concertar con ellos una tregua en nombre de una supuesta “paz” social alrededor de la conformación de un Pacto Histórico con nuestros verdugos. La paz que necesitan los trabajadores del campo y la ciudad, necesita la recuperación de las tierras, castigo a los culpables de la violencia paramilitar y la recuperación de los derechos arrebatados durante décadas de violencia. Esto es imposible manteniendo la impunidad y los privilegios de terratenientes y capitalistas organizadores, financiadores y beneficiarios de la violencia paramilitar.

En estos momentos de crisis económica y social es imperante que se mantenga la perspectiva de la lucha directa como se ha venido realizando con el Paro Nacional, y de la organización para la lucha independiente del gobierno en sindicatos, asambleas, barriadas, primeras líneas, etc. Si bien solo la propia realidad nos mostrará la respuesta del nuevo gobierno, desde ya podemos tener una caracterización con base en su composición, para prepararnos debido a las altas posibilidades de que nuestros intereses, los intereses de las mayorías, choquen con los de las minorías que lograron su lugar en el gobierno.

Las organizaciones de trabajadores no pueden dejarse amarrar al nuevo gobierno. Este intentará contener las aspiraciones democráticas y económicas de las masas dentro de las “posibles” reformas. Pero necesitamos ir más allá. Por eso es necesaria la total independencia, pues la movilización por las reivindicaciones es y será nuestro principal instrumento. Por eso tenemos que construir nuestros propios organismos de lucha.

Exijamos la ejecución de un plan de emergencia contra la crisis

Las reivindicaciones de las masas levantadas durante el Paro Nacional no dan espera. Es necesario derrotar de conjunto el régimen autoritario y sanguinario heredado del uribismo, y sabemos que eso solo es posible con la lucha en las calles. Hoy el régimen se ensaña contra los jóvenes de la Primera Línea, que están siendo detenidos y judicializados. Hay que exigir su liberación, y si el Fiscal se opone, exijámosla con movilización; hay que parar el desangre de luchadores sociales y la violencia en el campo; hay que exigir al nuevo gobierno medidas para el desmonte del paramilitarismo.

La carestía y la inflación no dan tregua, agravada por la devaluación del peso golpean día a día a los trabajadores y la mayoría de la población. El ajuste anual del salario ha quedado rebasado y es necesario luchar por un verdadero aumento salarial que cubra la canasta básica, así como por el control del precio de sus productos. Se requiere un plan de emergencia contra la crisis económica, social y ambiental, cuyo financiamiento podría hacerse dejando de pagar la deuda externa.

Igualmente es necesario que Petro vaya a fondo con políticas que ha dicho estar dispuesto a impulsar: no nos conformamos con reformas a las EPS, estas deben ser eliminadas a la par que se implementa un sistema de salud totalmente opuesto al actual en donde la prioridad sea la salud y la vida, no las ganancias de los empresarios. Tampoco nos conformamos con reformar el ESMAD como lo ha planteado el ministro de defensa entrante, pues el compromiso con la juventud es desmontarlo e impulsar una profunda democratización de las fuerzas armadas. No hay cambio posible sin desmantelar el régimen político autoritario heredado del uribismo.

Si algo aprendimos del Paro Nacional es que los derechos se conquistan en la lucha y que no ganaremos en las urnas lo que no ganemos en las calles. La clase obrera, junto a los sectores populares, debemos buscar en la lucha y la movilización, el camino hacia un verdadero gobierno obrero y popular, construyendo un partido y un programa revolucionario y socialista que nos lleven a derrotar el principal obstáculo para que todos podamos vivir sabroso: el capitalismo en decadencia. Para eso los trabajadores y trabajadoras debemos mantener nuestra total independencia.

Comité Ejecutivo PST, 5 de agosto de 2022