La reciente suspensión del Sindicato Policial (Sifpom) en el PIT-CNT ha abierto varios debates al interior del movimiento obrero y sus organizaciones.

El primero de ellos, muy concreto: ¿es correcta o no esta suspensión?.  El segundo, de carácter más general, acerca de la propia sindicalización de la policía, su rol y su relación con los trabajadores, etc.

La suspensión

La suspensión se resolvió, en líneas generales, con los votos de los gremios que integran la Coordinación de Sindicatos, con la posición contraria de la corriente Gerardo Cuestas (dirección mayoritaria compuesta por Articulación y el Partido Comunista) y la abstención de los sindicatos de la corriente En Lucha.

Las razones que llevaron a la sanción del sindicato policial tienen que ver con que la dirección de éste ha venido, de forma descarada, respaldando diferentes operativos represivos a los barrios humildes y ha defendido represiones a movilizaciones populares, además de respaldar la LUC contra la que estamos luchando los trabajadores.

En una palabra, están alineados con la política de garrote del Ministerio del Interior que es la impulsada por el gobierno Multicolor.

En ese sentido, un reciente comunicado de la Coordinación de Sindicatos, expresa claramente que la sanción se vota luego que el sindicato policial tuvo una “opinión contraria a los pronunciamientos de los diferentes organismos del PIT-CNT, cuando estos se han manifestado en rechazo a la represión a las organizaciones populares. Han defendido los operativos contra nuestros compañeros, compañeras y contra nuestro pueblo”.

La dirección mayoritaria del PITCNT, acostumbrada a su proceder burocrático, intenta ahora, luego de perder la votación, buscar vericuetos estatuarios que permitan rever esta decisión (que debería discutir el próximo Congreso), para levantar la suspensión. Y se han dedicado a pasearse por los medios manifestando su postura contraria a la medida a pesar de haber perdido la votación en la Mesa Representativa.

Nuestra posición

Los socialistas de IST, somos categóricos: nos pronunciamos por la expulsión de cualquier representante que exprese el apoyo a la represión obrera o popular, o apoye leyes de gatillo fácil, como lo hace el Sifpom apoyando la LUC.

Por lo tanto, apoyamos la suspensión y potencial expulsión del Sindicato Policial (o de sus dirigentes), porque no se puede tolerar al interior del movimiento obrero una organización que defienda y respalde la represión contra los trabajadores y estudiantes, como lo han hecho los dirigentes del Sifpom.

Siendo coherentes con nuestra concepción marxista revolucionaria, al mismo tiempo, llamamos a la base policial que no está de acuerdo con esta política represiva y pro-gobierno de sus dirigentes, a que los expulsen o se organicen aparte de ellos.

Defendemos su derecho no solo a sindicalizarse como ya lo tienen, sino también a la huelga (que hoy se les tiene prohibida) y a desobedecer a sus superiores.

Junto con esto, es indispensable que se baje a la base de todos los sindicatos del PIT-CNT no solo esta discusión, sino también el debate sobre la necesidad de la autodefensa obrera para defendernos de la represión y sobre qué exigencias debemos tener frente a los policías sindicalizados: que se pronuncien contra la represión, que no acaten órdenes en ese sentido; y que, si lo hacen, los trabajadores tenemos derecho a responder como podamos para defendernos.

Esto debe permitir a las organizaciones sociales y sindicales del movimiento de masas, abrir un espacio para discutir un programa revolucionario para la base policial y la tropa.

Para enfrentar y vencer la represión que inevitablemente se recrudecerá en un contexto de crisis capitalista, la clase obrera, en el marco de la defensa de sus reivindicaciones inmediatas y con la estrategia de su lucha política por el poder, debe, por un lado, desarrollar la autodefensa de sus organizaciones y movilizaciones, y por el otro, debe tener una política para romper la verticalidad del aparato represivo, columna vertebral sin el cual el poder de la burguesía no podría sostenerse ni por un minuto.

 


La concepción marxista del Estado y el aparato represivo

Quienes nos reivindicamos marxistas revolucionarios, decimos que la policía y las fuerzas represivas son instituciones irreformables. Son el brazo armado del Estado burgués, su columna vertebral que, en última instancia, garantiza por la fuerza el dominio de la burguesía. No consideramos a los policías como obreros, pues son, como decía Lenin destacamentos especiales de hombres armados, al servicio de la defensa de la propiedad privada, del capitalismo.

Pero debemos reconocer que, al interior de la policía y las FFAA, existen contradicciones de clase entre la base y la alta oficialidad. Los primeros perciben salarios miserables y en muchísimos casos viven en condiciones similares a las de la clase trabajadora, mientras que los segundos gozan de altas remuneraciones y privilegios de todo tipo, siendo un sector acomodado y defensor acérrimo del capital.

Esta contradicción, sobre la cual los revolucionarios debemos tomar posición, tiende a expresarse en conflictos y crisis internas, sobre todo en períodos de ascenso de las luchas obreras o procesos revolucionarios, donde sectores de la base se niegan a reprimir, cuestionan las órdenes de sus jerarquías y con ello abren un flanco dentro del aparato represivo que los trabajadores deben saber explotar a su favor para, por un lado, abrir el paso de un sector hacia el bando revolucionario y por otro, para neutralizar otro sector.

¿Acaso no fueron eso los soviets de soldados en 1917?

Lenin explicaba las condiciones que determinan que las tropas pasen al lado del pueblo y afirmaba:

“Sobre esto último, se halla muy difundida en el ala derecha de nuestro partido una opinión extremadamente unilateral. Es imposible, se dice, luchar contra un ejercito moderno; es preciso que éste se haga revolucionario. Como es natural, si la revolución no adquiere un carácter de masas y no influye en las tropas, no puede hablarse de lucha seria. De suyo comprende la necesidad de un trabajo entre las tropas.

Pero no debemos figurarnos que se pasarán a nuestro lado de golpe, como resultado de la labor de persuasión o de sus propias convicciones. La insurrección de Moscú demuestra vivamente lo que hay de rutinario y de inerte en esa concepción. En realidad, la vacilación de las tropas, fenómeno inevitable en todo movimiento auténticamente popular, conduce, al agudizarse la lucha revolucionaria, a una verdadera lucha por las tropas. La insurrección de Moscú es precisamente un ejemplo de la lucha encarnizada, furiosa, por las tropas entre la reacción y la revolución» . (Lenin, “Las enseñanzas de la insurrección en Moscú”, Proletari, número 2, del 29 de agosto 1906).

Esa es una de las grandes enseñanzas, para nosotros más que vigente, de Lenin y el Partido Bolchevique con su trabajo permanente frente a la base del ejército y con los Soviets de Soldados, desde 1905 hasta la Revolución Rusa de 1917, y que es corroborada por toda la experiencia histórica.

La discusión cobra importancia porque, en un marco mundial y continental donde los trabajadores y los pueblos salen a luchar frente a la creciente miseria capitalista, ya hemos visto ejemplos recientes de vacilaciones en sectores de la base del aparato represivo como en Honduras, EEUU, Francia, etc. Vacilaciones que la clase obrera, con una política verdaderamente revolucionaria, debe saber aprovechar.