León Trotsky fue junto Vladimir Lenin un de los más importantes dirigentes de la revolución obrera y campesina en Rusia del año 1917. Esa fue la primera experiencia socialista internacional triunfante, que expulsó a la burguesía del poder junto a las reminiscencias feudales. Esta revolución expropió las fabricas, bancos y tierras, liquidó la gran propiedad privada y estableciendo un gobierno sin patrones. Obreros, campesinos y soldados gobernaron con sus propios organismos llamados soviets (coordinadoras).
La guerra civil luego de la toma del poder llevó a duros enfrentamientos- El ejército Blanco formado con tropas y armas de veinticuatro países capitalistas asesinó a una parte de lo mejor de la vanguardia. A esta situación se sumó la derrota de la revolución en Bulgaria y luego la de Alemania, imponiendo un cerco de ejércitos capitalistas sobre la URSS.
Si bien los imperialismos de la época no pudieron derribar el naciente Estado Obrero, todos esos hechos, a lo que se sumó la muerte prematura de Lenin, brindaron las condiciones objetivas que permitieron ascender y consolidar una casta dirigente burocrática. Su máximo exponente fue José Stalin. A cada derrota del movimiento obrero Internacional, está burocracia aumentaba su poder.
Stalin y su camarilla persiguieron a todos quienes dentro y fuera del partido defendían el socialismo marxista e internacional. Millones fueron encarcelados, calumniados, exiliados y asesinados. En agosto de 1940, ya exiliado en México, León Trotsky el dirigente del ejercito Rojo que llevó a la victoria la insurrección de octubre, fue asesinado, luego de varios atentados fallidos.
Poco antes de que el enviado de Stalin lo asesinara por la espalda Trotsky afirmaba: “De aquella generación más vieja, en cuyas filas ingresamos, hacia el final del siglo pasado, camino a la revolución, todos, sin excepción, han sido barridos de la faz de la tierra. Aquello que no lograron las condenas a trabajos forzados y los duros exilios zaristas, las penurias de la emigración, la Guerra Civil y la peste, en los últimos años lo ha logrado Stalin”.
El asesinato de Trotsky intentó cortar el hilo de continuidad del marxismo revolucionario. Sin embargo, la construcción de la IV Internacional para pelear por el Socialismo Mundial, así como la lucha contra la burocratización que consecuentemente llevó adelante Trotsky, nos ha dejado un legado importantísimo del cual partir.
Mientras la inmensa mayoría de las organizaciones que se reivindican de “izquierda” han abandonado la lucha por la revolución socialista y se limitan a “lo posible”, nosotros seguimos defendiendo con orgullo y tenacidad que el capitalismo no va más, y que dentro de él nada es “posible” para los explotados y oprimidos más que migajas momentáneas. Por eso la lucha por el Socialismo es cada día más urgente y necesaria.
Breves datos biográficos
Liev Davidovich Bronstein nació el 26 de octubre de 1879 en el pueblo ucraniano de Yanovka, Imperio ruso. Judío, hijo de campesinos medios, adhirió al marxismo a los 19 años y pasó a reunir a los obreros de la región en una organización político-sindical denominada “Unión Obrera del Sur de Rusia”.
Trotsky (seudónimo tomado de su carcelero en 1902) vivió tres largos exilios fuera de Rusia (1902-1905, 1907-1917 y 1927-1940), pero también participó de tres revoluciones (1905, febrero de 1917 y octubre de 1917). Fue dos veces presidente del soviet de Petrogrado (1905 y 1917). Trabajó como periodista en dos guerras: en los Balcanes, en 1910, y durante la Primera Guerra Mundial, en 1914. Miembro del Comité Militar Revolucionaria durante la insurrección de octubre de 1917, dirigió los operativos que llevaron los bolcheviques al poder.
Inspiró, junto a Lenin, la formación de la III Internacional, redactando sus principales documentos y declaraciones. Tras la muerte de Lenin, trabó una batalla política contra la burocratización del estado soviético y la degeneración del Partido Bolchevique.