El gobierno de Lacalle Pou y su Ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, se esforzaron durante todos estos meses en demostrarnos que la situación de la pandemia en Uruguay estaba “bajo control”.
Escrito por Heber
En un primer momento, el gobierno debió apelar a la detención de varios sectores de la economía (cuarentena parcial), para evitar contagios masivos que repitieran el trágico camino de países como España o Italia. Pero su preocupación no estaba -ni está-, en la salud de los trabajadores, sino en afectar lo menos posible las ganancias de los capitalistas.
Paulatinamente, la “cuarentena parcial” comenzó a ser dejada de lado, en la medida que el gobierno asentaba su discurso de “control” de la pandemia, apoyándose en los “pocos casos” existentes comparado con otros países.
Esta política del gobierno estuvo alentada y respaldada por los grandes capitalistas y los más ricos y fue adornada por los elogios de los grandes medios de comunicación obsecuentes con el gobierno y los empresarios nacionales e internacionales.
Fue de esa manera que apareció el discurso de “la nueva normalidad”, con el cual nos obligaron a exponernos al covid-19. Porque necesitamos de un ingreso para poder comer, para poder vivir.
Eso se vio reforzado porque, por otra parte, al no brindar una renta salarial digna, este gobierno multicolor hizo que la paralización primaria recayera sobre las espaldas de los trabajadores, que fueron despedidos o envíados de forma masiva al seguro de paro.
Además, dejó a su suerte a cientos de miles de trabajadores informales o que viven de changas, a los trabajadores del arte o la cultura o a quienes trabajan como unipersonales o monotributistas.
El gobierno y las grandes patronales (que ya venían descargando la crisis económica sobre los trabajadores), aprovecharon la situación y en nombre de la pandemia profundizaron de forma bestial los ataques. Así, dieron un enorme golpe sobre la clase obrera, sobre las condiciones de vida, los salarios y arrastrando a más personas a situaciones de pobreza.
Más de 100 mil despidos. 130 mil obreras y obreros en seguro de paro, sin saber que pasará con sus puestos de trabajo. 400 mil trabajadores sin cobertura social que los patrones tienen trabajando en negro y que dejaron de percibir ingresos ante el cierre de actividades. Rebajas de sueldos y ollas populares para que puedan comer los más humildes. Esta fue la “nueva normalidad”.
Una disyuntiva recorrió a quienes viven de un salario, de una changa, de su unipersonal: morir de hambre o correr el riesgo de enfermar de covid-19. Mientras los capitalistas y los ricos tienen sus mejores clínicas privadas y médicos particulares instalados en sus mansiones, los obreros fuimos empujados al macabro juego de ir “abriendo más las perillas”.
En una nota anterior (ver nota), hacíamos comparaciones y mencionábamos que, dada nuestra baja densidad de población y de habitantes, dieron cierta “tranquilidad” y ventaja cuantitativa, matemática. En Uruguay solo unos pocos especialistas afirmaron que había que mirar nuestra situación con mucha cautela. Pero el gobierno engrandecido por los elogios y la exigencia del capital, comenzó a abrir perillas.
Y ahora, ante los cada vez más frecuentes rebrotes, nos dicen que, por culpa de la población, de no respetar las medidas, estamos transitando por un momento de riesgo.
Cuando todo “iba bien” y el gobierno se llevaba los elogios, era una situación que se daba por su responsabilidad, por sus políticas acertadas. Ahora que se ve complicado, que se comienza a ver el resultado de esas políticas, la responsable es “la gente”, que “se relajó”. Ahora la responsabilidad pasó a Juan pueblo.
¿Nada tuvo que ver este avance y naturalización de la pandemia con el hacinamiento que hacen los inescrupulosos dueños de hogares de la tercera edad, denunciados como inhumanos por este mismo gobierno, pero siguen funcionando igual y siendo centro de varios focos de covid-19 y muertes?
¿Nada tienen que ver los dueños de las compañías de ómnibus que nos hacen viajar hacinados, sin la distancia necesaria?
¿Nada tienen que ver los mercaderes de la salud del mutualismo privado, que hicieron hisopados solo porque los paga el Estado, o sea, los trabajadores?.
¿Nada tiene que ver el capital, que hace producir y trabajar sin haber modificado en lo sustancial nada, y en muchísimos casos sin siquiera brindar las condiciones y los elementos de protección necesarios?
Entonces, ahora que el Departamento de Rivera este fuera de control, la culpa es, para el gobierno, del que cruzó a comprar dos quilos de azúcar, los fideos, la garrafa de gas que son más baratos del lado de Brasil. Y así eluden la verdadera responsabilidad, todas las situaciones que generan los capitalistas por pagar salarios de hambre, vender los mismos productos a precios al doble del precio del lado uruguayo, por no brindar este gobierno una renta básica para quienes deben cuidarse. En ultima instancia la conciencia impuesta por relato que estamos bien, seguimos adelante, es la que nos llevó a esta situación.
El gobierno quiere esconder la responsabilidad de la clase social alta, de los grandes capitalistas y del parlamento que los representanta. En definitiva, quieren esconder que la responsabilidad es de este podrido sistema capitalista que coloca las ganancias por encima de la vida y la salud de los trabajadores en todo el mundo.
La “oposición responsable”
Si bien en marzo la dirigencia del FA reclamó una renta básica para quienes no pudieran trabajar por la pandemia, con el pasar de los meses el reclamo se fue diluyendo, y con idas y vueltas hasta llegaron a elogiar al gobierno por el manejo de la pandemia. ¿Cómo un gobierno denunciado por estos mismos dirigentes del FA durante la campaña electoral como “restaurador”, de la derecha neoliberal, que nos venía a robar conquistas, ahora era visto como humanitario, y se lo llamaba a negociar, aspirando a un gobierno de “unidad nacional”?
Lo que sucede es que esta dirigencia “progresista” siempre estuvo totalmente integrada a las instituciones capitalistas. Su objetivo solamente busca “atenuar” lo que ellos definen como “capitalismo salvaje”. Y todo su accionar está centrado y subordinado a elecciones de 2024.
Por eso, estos dirigentes de la falsa izquierda no llamaron a movilizar masivamente contra el gobierno para conseguir la renta básica ni ninguna de las medidas que proponían. Es que estos dirigentes prefieren cuidar esta podrida “institucionalidad” que podría ser cuestionada si se profundiza la lucha por abajo, a la cual le tienen terror; por eso priorizan la negociación de cúpula y parlamentaria con el gobierno.
Una salida en favor de los trabajadores
Los trabajadores y sectores populares que están enfrentando esta dura situación, no pueden esperar al 2024 y las promesas electorales. Necesitan soluciones ahora, y para ello es necesario movilizarse y profundizar la lucha.
Arriesgamos la salud al salir a trabajar, salimos a las calles empujados por la manera en que el capital y el gobierno han aprovechado esta pandemia para seguir metiendo la mano en nuestros bolsillos.
Desde IST insistimos que debemos levantar entre nuestras exigencias de medidas preventivas reales. La entrega de mascarillas gratuitas que cumplan su función. Tienen que haber insumos suficientes en todos los lugares de trabajo, sobre todo aquellos indispensables como los hospitales, así como todos los reclamos concretos que los trabajadores elaboren en sus lugares de trabajo.
Hay que aumentar la cantidad de ómnibus y sus frecuencias a las necesarias para que solo viajen 15 personas por unidad.
Se debe acabar con el negocio de la salud, con los mercaderes de la salud privada e imponer un único sistema de Salud Público y Gratuito, que sea quien determine, bajo el control de los usuarios y sus trabajadores las medidas necesarias frente a este rebrote del covid-19.
Estas medidas implicarán colocar todos los recursos económicos necesarios en favor de los trabajadores y sectores populares. Para ello hay que dejar de pagar la deuda externa y colocar impuestos progresivos al gran capital.
Con el capitalismo no hay salida
Desde ya decimos que dentro de este sistema capitalista no existe salida de fondo para la mayoría de la humanidad. Este sistema social de los ricos, de los dueños de las fábricas, sanatorios, clínicas privadas, de los bancos y las grandes extensiones de tierra, nos lleva a la destrucción del planeta, el medio ambiente y la vida humana.
Ellos solo buscan más ganancia. Esta pandemia vuelve a poner de relieve que nuestra la urgencia es sacudirnos las cadenas del capital e imponer un Estado Obrero donde gobiernen los trabajadores y ponga proa hacia la lucha por el socialismo mundial.