Este 25 de agosto se celebran 195 años de la declaratoria de la independencia de nuestro país. Sin embargo, el proceso que estudia nuestro nacimiento como país independiente es aún objeto de polémicas entre historiadores, políticos y académicos. Al punto que se discute cuál es la fecha de nuestra independencia: ¿el 25 de agosto de 1825 o el 18 de julio con la Jura de la Constitución de 1830?
Escrito por Mónica
Para los trabajadores y los jóvenes, el tema no debe tratarse sólo como una polémica intelectual, sino como un proceso histórico que permite sacar algunas conclusiones necesarias para comprender el rol de la clase obrera en las actuales luchas y las que vendrán.
El contexto histórico
La gran Revolución Francesa de 1789 y la fuerte crisis de la monarquía española en el siglo 19, producto de la invasión napoleónica, favoreció el proceso independentista en toda América Latina. Se crearon Juntas de Gobierno en las principales ciudades americanas, se libraron cruentas batallas de norte a sur y surgieron los más lúcidos líderes revolucionarios como Artigas, San Martín o Simón Bolívar que lucharon por establecer una “Patria Grande” para impedir la desintegración de América en pequeñas repúblicas aisladas.
En la Provincia Oriental, esta política fue liderada por José Artigas, el más lúcido representante de la burguesía ganadera, cuyo proyecto fue la creación de las “Provincias Unidas del Río de la Plata”, tal como está escrito en el documento aprobado en la Asamblea de los Orientales, conocido como las “Instrucciones del año XIII”. Una vez echado el invasor español, Artigas comenzó a poner en marcha la tarea de construir la “Liga Federal” con las provincias (entre ellas Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones) que también se oponían al “centralismo” del gobierno de Buenos Aires.
Sin embargo, la oligarquía argentina, apoyada en sus sectores comerciales y rurales más poderosos, volvió a pedir el auxilio del imperio luso-brasileño y así, a partir de 1816, se reinició la invasión portuguesa hasta derrotar a Artigas (1820), quien se exiliará en Paraguay.
Las corrientes en pugna por el control de la nueva situación en el Rio de la Plata
El año 1824 marca el triunfo de la independencia a nivel continental y la expulsión definitiva del imperio español de tierras americanas. Pero la lucha por el control político y económico de los territorios liberados continuó bajo otras formas, la lucha entre los puertos de Buenos Aires y Montevideo se agudizó, mientras el imperio inglés esperaba su turno. De un lado, ganaderos exportadores y del otro, productores ligados al comercio interior y a las importaciones. Unos librecambistas y otros proteccionistas, aunque con divisiones entre ellos por el control de la Aduana.
En este nuevo contexto, en 1825, un grupo de orientales liderados por Juan Antonio Lavalleja se reunieron un 25 de agosto en Florida y votaron 3 leyes: la ley de Independencia de todo poder extranjero, la ley de Unión con las Provincias Argentinas y la ley de Pabellón.
Pero, el gobierno argentino no estaba dispuesto a ceder. Con la colaboración y la mediación de la diplomacia británcia, a través de Lord Ponsonby y G. Canning, instigó la separación de la Provincia Oriental en un estado aislado. De esta forma, se desconocía y se enterraba la Ley de Unión votada en Florida luego de la Cruzada Libertadora. Así se consagraba de manera arbitraria un crimen histórico: la separación en dos estados independientes de una única nacionalidad, la rioplatense.
En la Convención Preliminar de Paz de 1828 en Río de Janeiro, con la participación de los representantes de Buenos Aires, de Brasil y de Inglaterra, se llevó adelante ese proceso. Fuera del territorio oriental y sin ningún delegado de la Provincia Oriental, se resolvió la independencia de la Provincia Oriental, como un Estado-tapón, entre los países en pugna.
La clase obrera debe encabezar la lucha por la Segunda Independencia
Transcurridos casi 200 años de aquel evento, hoy nuestro país se encuentra sometido al imperialismo yanqui mediante el pago de la deuda externa y diversos tratados políticos y económicos. La burguesía nacional se ha transformado desde hace tiempo en socia menor del imperialismo.
Por eso ahora, la lucha antiimperialista por la independencia así como la lucha por la Patria Grande –que miles de honestos militantes del Frente Amplio levantan- recae enteramente en manos de la clase obrera, pero dándole su propio y nuevo contenido de clase.
La clase obrera es la única clase que, acaudillando al resto de los sectores explotados, puede lograr una Segunda y definitiva Independencia, En ese camino de lucha revolucionaria por un estado obrero, podrá lograr la unidad de los países rioplatenses bajo la forma de una Federación de Estados Obreros Uruguay-Argentina, en la perspectiva de la conformación de la Unidad Socialista de América Latina.