Francisco De Narváez – Luis Lacalle Pou – Foto- Infobae

El presidente Lacalle Pou no se cansa de reiterar que es defensor de los “malla oro”. En todas las oportunidades, deja bien en claro que se refiere a las cámaras agrarias y empresariales, a las multinacionales a las que se otorgan grandes beneficios como Katon Natie en el puerto y también a la educación privada a la que pretende favorecer claramente con la propuesta de reforma educativa en marcha.

La base de su modelo de país está en el sistema de explotación capitalista sobre el cual se edificó el país desde su primera independencia. Entonces, sucede lo que ya todos sabemos: los ricos se hacen cada vez más ricos, aún a pesar de la pandemia. En cambio, los índices de pobreza se extienden sobre más sectores, agravando la crítica situación de las mujeres, la infancia y los jubilados.  Como todos los gobiernos patronales, éste también pretende que la crisis la paguemos los trabajadores y sectores populares.

Así lo han comprendido ya miles de frenteamplistas -en su gran mayoría jóvenes, sean trabajadores, desocupados o estudiantes- que vienen constituyendo la fuerza protagónica de las luchas contra este gobierno neoliberal, como la batalla contra la LUC o las recientes ocupaciones por mayor presupuesto para la educación pública y contra la reforma educativa del gobierno.

Foto – IST

Sin embargo, las máximas autoridades del FA continúan dándoles la espalda, más preocupadas por los cálculos electorales y los resultados de las primeras encuestas que ya especulan con las posibles opciones y candidaturas de los partidos.

Pero, ¿qué alternativa plantean para la regresiva reforma educativa que ya se está implementando? Van a defender el 6+1% que reclama históricamente la Universidad o se van a contentar nuevamente con llegar al 5%? Van a limitarse a presenciar los desalojos «pacíficos» de los centros o van a dar su apoyo concreto a esta justa lucha? Cuál es su proyecto educativo? Van a permitir que las AFAP’S sigan con su millonario negociado? Y que los bancos y las financieras den préstamos a los jubilados a tasas de usura?

Cada día surgen nuevos atropellos y recortes de parte del gobierno multicolor contra los trabajadores, los estudiantes y las mujeres. En los barrios de la periferia, los  vecinos salen a denunciar un día tras otro los continuos robos, ahora agravados por salvajes tiroteos entre bandas de narcotraficantes.  En los asentamientos,  las condiciones de vida son aún peores e indignas.

El capitalismo no tiene rostro humano

Nadie nos regaló nada a los trabajadores, ni a los jóvenes ni a las mujeres. Las mejoras que logramos en todos estos años fueron a consecuencia de  nuestra organización y luchas, que nos costaron miles de  presos y también nuestros mártires.

Conversando en el trabajo o en el centro de estudio, cientos de honestos militantes frenteamplistas nos señalan que comprenden los límites de las propuestas del FA y las critican,  pero que  -ante los avances privatizadores y los brutales ajustes del gobierno- no ven cómo se puede avanzar más.  Nos dicen que nuestra propuesta por una lucha unificada y decidida desde las bases es correcta pero muy difícil de lograr. Muchos sostienen que les parece un planteo utópico.

El problema es que entonces solo nos queda aceptar lo “posible” o el “mal menor”. Y eso, dentro de este sistema capitalista en decadencia,  sólo significa más hambre, menos educación, más represión. Lo “utópico” es creer que eso se puede cambiar sin una fuerte lucha que cuestione y tire abajo este sistema corrupto y  en bancarrota,  que nos lleva a plantearnos el dilema de «socialismo o barbarie».

Los máximos dirigentes del FA han dado sobradas muestras de que no están  dispuestos a encabezar esa profunda lucha porque eso significa sacrificar sus sillones y  sus múltiples privilegios. Muchos recordamos que -hace unos años- cuando el parlamento votó el vergonzante envío de tropas «de paz» a Haití, el único senador que renunció a su banca fue el socialista Guillermo Chifflet.

Fernando Pereira y Luis Lacalle. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS/M24

Desde sus inicios en la década del ’70, los dirigentes del FA -de cualquiera de sus corrientes internas- fueron defensores de la política de conciliación de clases y de la democracia «progresista»  pero con base en la economía capitalista.  Por eso su propuesta de buscar «consenso» con Lacalle y su gobierno de patrones y militares sigue siendo un engaño y una trampa, que no nos conduce al logro de nuestros reclamos. Es un planteo puramente reformista y electoralista, que pretende esperemos al 2024!!

Este no es el camino que buscan miles de activistas. Así lo vienen demostrando en los paros y las marchas. Por eso, mientras preparamos las luchas que se vienen, a todos los honestos compañeros les proponemos seguir dialogando sobre cómo construir un auténtico partido obrero y revolucionario, que esté dispuesto a luchar hasta derribar el capitalismo, para  comenzar a poner los cimientos de una nueva sociedad socialista.